En la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de julio del 2016 se acordó trabajar en la redacción de un pacto mundial que ordenara y regulara la migración y ofreciera protección a los migrantes. Según se ha contabilizado 258 millones de personas viven fuera de su país de nacimiento, lo que involucra al 3.4 por ciento de la población mundial.
El acuerdo, que nace a iniciativa de México y Suiza, es una respuesta a la mayor crisis migratoria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, que tuvo su pico en el año 2015. Solo de Siria han salido casi 6 millones de personas huyéndole a los efectos de la Guerra.
La intención del Pacto Mundial sobre Migración fue aprobada en julio de 2016 por los 193 estados miembros de la ONU. Los detractores del acuerdo sostienen, aunque el texto establece prácticamente lo contrario, que se trata de un ataque a la soberanía nacional de los países y que merma su capacidad para trazar su propia política migratoria y acusan a los Gobiernos que lo promueven de haberlo ocultado a la opinión pública, pese a que duraron casi 2 años en consultas y negociaciones.
Durante el proceso de redacción del documento manifestaron que no firmarían el mismo Estados Unidos, Austria, Hungría, Polonia, Israel y Australia, y luego se fueron sumando la República Checa, Bulgaria, Estonia, Croacia, la República Dominicana y Chile, pero finalmente 37 naciones no firmaron y 156 le dieron el visto bueno al pacto.
Lo extraño del caso es que el acuerdo se enmarca dentro del objetivo 10.7 de la Agenda 2030 sobre desarrollo sostenible, en el que los países se comprometen a “facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas.
El texto está compuesto por 23 principios generales que cada país firmante se compromete a respetar en el desarrollo de política migratoria nacional. Es un primer esfuerzo para abordar la migración de forma integral y global, que trata de señalar los desafíos, pero también de optimizar los beneficios de las migraciones.
El mismo acuerdo establece que será un pacto que presenta un marco no vinculante jurídicamente que se basa en los compromisos acordados por los Estados Miembros en la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, y que su propósito es fomentar la cooperación internacional sobre la migración reconociendo que ningún Estado puede abordar la migración en solitario.
Es importante señalar que el pacto reafirma que los Estados tienen el derecho soberano a determinar su propia política migratoria, que podrán distinguir entre el estatus migratorio regular e irregular e incluso decidir con qué medidas legislativas y normativas lo aplicarán, teniendo en cuenta sus diferentes realidades.
Habrá que darle seguimiento en los meses por venir a la evolución del pacto, ya que ese acuerdo de carácter no vinculante ha sido convertido por los sectores ultranacionalistas en un campo de batalla bajo el argumento que provocará una avalancha migratoria de ciudadanos de países menos adelantados hacia naciones con un más alto desarrollo.
Pero sin haber pacto la migración en el mundo ha sido un tema neurálgico. República Dominicana ha tenido un flujo continuo de ciudadanos haitianos que huyen de su país debido a la hambruna y a la inestabilidad política.
Italia y España viven una complicada situación con los miles de inmigrantes que llegan de las costas africanas en busca de mejor vida. Estados Unidos ha estado bajo fuertes presiones migratorias con los mexicanos y centroamericanos, y de igual forma Colombia con los venezolanos, entre otros países.
El autor es periodista e ingeniero.