Editorial

Independencia

Independencia

Al conmemorarse hoy el 169 aniversario de la Independencia Nacional, tan magna celebración resulta propicia para que los dominicanos reflexionen en torno a su pasado, presente y futuro para que esa mezcla de historia y expectativas sirva como buen remedio para subsanar males que  impiden o retrasan la marcha hacia  el  anhelado estadio de progreso y equidad.

El 27 de febrero de 1844 coincidieron tres notables eventos históricos, como lo fueron el nacimiento de la nación dominicana, la proclama de Independencia y la separación del Santo Domingo de la tutela haitiana, todos  unidos para hacer realidad el sueño de Juan Pablo Duarte de fundar una República libre de toda potencia extranjera.

Un territorio insular con apenas 120 mil habitantes diseminados por los cuatro puntos cardinales,  fue escenario de uno de los acontecimientos más relevantes del siglo XIX en América, como lo fue la proclamación independentista ante la Puerta de la Misericordia, porque ese evento fue motorizado por una pléyade de patriotas portadores de las ideas más  avanzadas de ese entonces.

Antes de cumplir  los 25 años de edad, Duarte ya había forjado en su conciencia la idea de fundar una República Libre e Independiente, para lo cual fundó La Trinitaria, una estructura política  dotada de  estructura, praxis y filosofía sin referentes en la América de entonces, lo que demuestra que  el movimiento separatista fue siempre portador  de  un pensamiento revolucionario y modernista.

Como ha sido fatídico designio a lo largo de la accidentada historia dominicana, malos dominicanos traicionaron la empresa independentista, condenaron al ostracismo perpetuo al fundador de la República y  sirvieron en bandeja de plata a la corona española el anhelo redentor, por lo que fue necesario reiniciar la lucha por la restauración del sueño duartiano.

El gentilicio dominicano esta compelido a  completar y consolidar la obra de Duarte, tantas veces lacerada por  ambiciones desmedidas o abyecto entreguismo, pero también en muchas otras ocasiones  defendido o resguardado por  auténticos herederos del patriotismo y sacrificios de Los Trinitarios.

Vigente sigue hoy la  advertencia del prócer de la República de que “los enemigos de la patria, por consiguiente nuestro, están todos muy acordes en esta idea: destruir la nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la nación  entera” y presente su proclama de que “por la cruz, por la patria y su gloria denodados al campo marchemos: si nos niega el laurel la victoria, del martirio la palma alcanzaremos”.

Una patria agradecida festeja hoy la Proclamación de la Independencia y sus buenos hijos renuevan  sagrado compromiso de  trabajar y luchar por  la consolidación de la democracia política, la libertad y la justicia  social, porque, como  proclamó Duarte: “Vivir sin patria  es lo mismo que vivir sin honor”.

El Nacional

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