Patrimonio por excelencia
Los hombres y mujeres al llegar al mundo sólo traemos nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Al momento de abrir los ojos ya tenemos ropas, pañales y en muchas ocasiones, tenemos accesorios y prendas, como cadenas y aretes.
Cuando llegamos a nuestro hogar, nos espera una cuna, juguetes y más cosas. Al crecer, vamos conociendo los objetos que consideramos valiosos, como electrodomésticos y diferentes tecnologías; prendas, vehículos, casas, dinero, etc., son esas cosas las que vamos valorando, las que cuidamos con suma delicadeza y protegemos de nuestros iguales. Se convierten en nuestros tesoros.
Sin embargo, nunca nos fijamos en que cuando nacimos, hay algo que estuvo allí desde el principio, algo tangible e intangible, visible e invisible; aquello que al igual que nosotros se concibió por creación divina, y que es el patrimonio de la humanidad por excelencia, nuestro medio ambiente.
Vivir en un medio ambiente sano es uno de los derechos fundamentales del ser humano. Nuestra obligación para mantener el cumplimiento continuo de ese derecho es protegerlo y defenderlo, creando los medios legales adecuados para ello y en nuestro caso cumpliendo y respetando las normas establecidas.
A medida en que despreocupa al ser humano el cuidado y protección del medio ambiente, éste tiende a deteriorarse poniendo en riesgo la sobrevivencia humana y de todos los seres vivos.
Es por eso que ahora vamos a enfrentar una de las guerras posiblemente más grandes para la humanidad, contra un enemigo que no es abanderado de ningún país: el calentamiento global y como consecuencia la escasez de agua. El agua es la principal fuente de vida de la naturaleza, el ser humano.
Este enemigo, que no es enviado por alguien, sino que proviene de los daños que nosotros mismos hemos causado a través de la contaminación del suelo, de las aguas y de los aires, con la deforestación e incendios de los bosques, la explotación abusiva de los recursos naturales, en fin, con el despilfarro y abuso de la naturaleza.
El medio ambiente, la naturaleza, se está cansando, se agota, y ella misma da sus muestras de furia. Por eso vemos que hay más desastres y fenómenos naturales, como “el niño” y “la niña”, las lluvias ácidas, los grandes tsunamis e inundaciones, huracanes y tornados, terremotos y sequías.
Nuestro ambiente peligra, y a la par la maldad de los hombres y todos los virus y enfermedades se proliferan, el hambre, la pobreza y la escasez de agua, no dejan de decir presente, al igual que muchas especies de la flora y la fauna, poco a poco nos vamos a extinguir.
Es necesario que hagamos una cultura de conciencia en la protección, cuidado y valorización de nuestro Medio ambiente.
De la misma manera en que nos van educando en apreciar y valorar las cosas materiales y el dinero, también debe ser un hábito desde el nacimiento el apreciar y valorar el Medio ambiente ante todo, pues al fin y al cabo, hasta ahora es nuestro Planeta Tierra el único lugar conocido, apto para nuestra vida, es nuestro medio ambiente sano la garantía para ello; por eso es nuestro patrimonio por excelencia.