¿Para qué una nueva ley policial? (3 de 3)
El pasado viernes mataron la Ley institucional de la Policía Nacional Dominicana 96-04, para darle paso a la inconstitucional y contradictoria Ley 590-16 que cercena los derechos de los policías, como conquista adquirida. Tristemente, hemos retrocedido en materia legislativa policial. La poca moral del policía está sentenciada a desaparecer.
La Policía Nacional es la institución que tiene mayor riesgo para sus miembros en el ejercicio de sus servicios, cabe citar que cada año pierden la vida cientos de policías en el desempeño de sus funciones.
Razones más que suficientes para preservar sus garantías de seguridad social y derechos conquistados, los mismos debieron ser honrados y mejorados sustancialmente, pues ninguna otra profesión presenta los riesgos que el quehacer policial. Es lamentable que la nueva Ley 590 -16 haya debilitado y recortado derechos adquiridos en la derogada Ley 96-04 esta situación es totalmente inconcebible de acuerdo a nuestro estado de derecho consagrado en nuestra constitución.
Con esta nueva ley policial 590-16 queda evidenciado el interés marcado del Congreso dominicano y de los políticos que le dirigen de destruir la fortaleza legal e institucional de la Policía Nacional. Me atrevo a asegurar que luego de esta nefasta ley la Policía Nacional tendrá menos institucionalidad y razón de ser que la compañía de seguridad que custodia la Barrick Gold.
El articulista estadounidense Andy Rooriey cita en el libro “La Policía en las Relaciones Comunitarias”, lo que considera su utopía de un “Policía perfecto”.
Describe las cualidades que considera esenciales en un agente de policía ideal, concluyendo que “si un ser humano tuviese los atributos necesarios para ser el policía perfecto y anhelado por toda sociedad, probablemente se dedicaría a otra cosa. Le sería más fácil ser presidente”.
Cuando observamos a lo interno de la Policía Nacional, pocas veces se ve más allá de los agentes que incurren en las malas actuaciones, sin tomar en cuenta que éstos sólo alcanzan un por ciento mínimo de la totalidad del cuerpo policial, pero, realmente son la mayoría de los que dirigen, que son los más influyentes en el deterioro ético-moral que vivimos.
Tomado de una revista policial venezolana, y no precisa su autor. Cito versión aplatanada de: La realidad que vive el policía: “El policía debe ser un sacerdote, un bombero, un trabajador social, un Félix Sánchez, un Marcos Díaz, un diplomático, un caballero, un médico, un psicólogo, un amigo, un abogado, un robot laborando 24/7 y sin derechos, es decir, debe ser un héroe, y por supuesto también tendrá que ser un genio porque debe alimentar a su familia y subsistir con el sueldo de un policía.” (140 dólares, una cuarta parte del salario promedio en América Latina que son 550 dólares, y para colmo, también lo gana un policía haitiano del país más pobre del hemisferio).
La justicia, en todo el conjunto como sistema judicial dominicano es la columna vertebral o el punto de partida, para dar respuestas a esta crisis axiológica y de hechos punitivos impunes que vivimos. La policía puede ayudar, pero, nunca será la solución.
Dios les bendiga hoy y siempre.