La Armada Dominicana ha rescatado tres cadáveres y continúa la búsqueda de otros cuatro desaparecidos del naufragio ayer en las costas de Samaná de una chalana de recreo con nueve personas a bordo que se dirigían hacia Los Haitises.

El capitán de esa lancha no atendió la recomendación de la Oficina Nacional de Meteorología de permanecer en puerto por la turbulencia que causaría el paso de una vaguada sobre el territorio nacional, que llegó a tener un 80 por ciento de posibilidad de convertirse en ciclón.

A pesar de la advertencia de las autoridades sobre el mal tiempo, el bote zarpó con el tripulante y cuatro parejas desde el varadero de Puerto Arriba, en la provincia María Trinidad Sánchez, con destino a Los Haitises, donde nunca llegó.

El capitán Zoilo Núñez, quien logró sobrevivir junto a uno de los pasajeros, dijo que a una hora de navegar, se inició un torrencial aguacero y oleaje anormal, lo que provocó que la nave comenzara a hacer agua y luego se volteara.

Esa yola partió de un puerto sin los permisos correspondientes y sin atender un alerta oficial de mal tiempo y una recomendación de permanecer en amarras, lo que indica que esa tragedia pudo evitarse.

Ha sido costumbre generalizada que gran parte de la población viole la ley o no atienda recomendaciones de las autoridades en tiempos normales o durante situaciones de peligro o emergencia por inundaciones, derrumbes o accidentes fatales en la vía pública.

Los operadores de esa excursión, incluido al capitán de la nave, no deberían alegar ignorancia sobre las previsibles condiciones de mal tiempo y de oleaje anormal, ni mucho menos de la recomendación de mantenerse en puerto.

Ojalá que la tragedia acaecida con el naufragio de esa embarcación, en la que se presume que siete personas murieron ahogadas, sirva para que las autoridades garanticen por vía compulsiva, si fuera necesario, que sus recomendaciones durante riesgo de desastres se cumplan cabalmente.