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Julián y Rosa

Julián  y Rosa

Este lunes a las seis de la tarde, nos reuniremos en el Parquecito Pellerano Castro, conocido como el parque de Julia de Burgos, o Parquecito de los Poetas, en las Damas con Avenida del Puerto, como cada 17 de febrero, cumpleaños de la poeta Julia de Burgos, o Julia de Burgos la nuestra, como la bautizáramos en la celebración de su Centenario.
Cada un@ de l@s participantes leerá un poema, y traerá una flor roja, preferiblemente un clavel rojo que es la flor que le gusta a Julia, en un parquecito donde ella está siempre acompañada por las Ferias del Libro que organiza Cielo Naranja, por los jugadores de dominó, por los cumpleaños infantiles, por bodas y compromisos, por fiestas de cumpleaños, por jóvenes enamorados que siempre la besan, porque Julia esta en medio del parque, viva, coralina y feliz.
Y coralina y feliz debería estar Rosa Duarte, a quien ese caballero de las letras que es Martin Gómez propone un monumento funerario, no sé si en un cementerio, donde Rosa estará tan sola como estaba en Venezuela, pedaleando su máquina de coser para sostener lo que nos quedaba de patria, sin novio (fusilado por traidores), sin amistades, sin el aire que en la Zona Colonial tiene el color de nuestra infancia…

Por eso, en vez de un monumento funerario, Rosa debería tener la más bella de las esculturas (recomiendo al escultor Rene Guzmán) y colocarse en medio de la placita que se acaba de inaugurar frente a la iglesia de Santa Bárbara, al alcance de la barriada donde nació y creció, del cariño de la gente, porque a los muertos les entristece la soledad y se sienten felices cuando la vida les rodea y la gente les abraza (como abrazan a Julia), y recita, y murmura su húmedo amor hecho a veces de lagrimas.
Yo leeré: ¡AMOR!

¡Amor! La tierra lleva pasos
de primavera
Y es un sueño la tarde que se apea
en los tejados. En un amplio descuido, por la puerta del día
Se me fue yendo el pecho con tu nombre
En los brazos…
Es un doble infinito la pupila del día:
Tu quemando mis olas; yo tu luz
navegando
el color aquí tiene nombre fiel
de azucenas
las ideas son leves como inviernos
alados;
Corre azul la sonrisa jugueteando
en los templos:
Aquí Dios es más niño, más feliz
e innombrado.
Yo no sé a qué distancia de lo real
va mi vida: Solo siento a Dios niño y a tu amor en mis manos,
…Y la tarde, mirando la locura de mi alma, no se atreve a cerrarse,
y me entrega sus pájaros.
Por Rosa y Julia, ¡vengan!

El Nacional

La Voz de Todos