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La biblioteca esencial

La biblioteca esencial

Mirar hacia atrás es importante. Esencial, en el terreno literario. Por lo anterior resulta que la iniciativa del Ministerio de Cultura de crear una Biblioteca Dominicana Básica se constituye en un reconocimiento a lo que se ha hecho y a la vez un impulso psicológico importante a lo que esta gestándose actualmente.
Otros países ya lo han hecho. Agrupar, sistematizar, y editar bajo una colección a sus mejores autores. Por ejemplo, Espana, que en materia editorial da cátedra. Resulta agradable ver esta nueva edición de la novela La sangre, de Tulio Manuel Cestero, los Poemas y narraciones de Tomás Hernández Franco, o la estupenda selección de poemas, titulada Crepúsculo perplejo, del poeta Zacarías Espinal. El traje nuevo que se les ha puesto a estas obras les queda a la medida, sus editores han sido, en verdad, buenos sastres.
Lo básico se va tornando clásico, tiene ese ineludible tufo, talante. En el fondo posee ese matiz. Es un sinónimo soterrado. Y estos títulos seleccionados en poesía, narrativa, cuento y ensayo, así lo atestiguan. Desde Juan Antonio Alix hasta Domingo Moreno Jiménez se ha hecho una selección donde prima que el autor seleccionado sea inobjetable, que el título presentado no sucumba ni por un instante a la duda en relación a la calidad o perdurabilidad en el tiempo.
El anterior ministro de Cultura, Pedro Bergés, llegó con la idea. Crear una Biblioteca Dominicana Básica. La idea de crear una Biblioteca Dominicana Básica sonaba pretenciosa. Visto los resultados no queda más que valorar positivamente el esfuerzo. Hasta el momento, se han parido once obras.
Llama la atención el cuidado en la edición y en la presentación. Es una colección guiada por el sentido de la belleza y el respeto hacia la literatura. La obra, dependiendo el género, está presentada de forma distinta, y precedida por un amplio y serio estudio. Este funciona como fanal, y en la mayoría de los casos escapa del socorrido cansón prólogo al que nos vemos sometidos algunas veces.
Hay que destacar que se ha ahondado en la selección. Estupenda. El único asterisco que uno se atreviera a poner en que en esta primera etapa no se haya seleccionado a una autora. Y no por asuntos de feminismo esta observación surge, sino porque una bocanada de aire distinto nunca está demás y de vez en cuando se extraña la voz distinta. Por demás, en tiempos del Me too, es peligroso. Se debe variar la oferta.
El escritor Jose Enrique Garcia, director de la Editora Nacional, siempre nos había hablado con fruición de la misma.
El actual ministro tiene el reto de que esta Biblioteca Dominicana Básica siga creciendo, expandiéndose como es la idea original. Pero también tiene el reto de que estos textos lleguen a las masas, a las escuelas, a los colegios. De quedarse guardados en oficina recibiendo la vista odiosa del polvo, el esfuerzo se diluiría de manera oprobiosa.
Ahí están los textos. Virgilio Diaz Grullon, Juan Antonio Alix, Federico Garcia Godoy, Juan Sanchez Lamouth, Manuel Rueda, Franklin Mieses Burgos, merecen ser sometidos a los ojos de los lectores. No hay literatura sin lectores, y esta primera etapa de la colección Biblioteca Dominicana Básica, no tendría sentido, si no llega a ellos. A difundirla. No queda de otra.

El Nacional

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