En mi artículo anterior decía que una cosa es la intención de voto y otra es la emisión. Y la experiencia dominicana enseña, sobre todo al establecerse mayoría absoluta para ganar comicios presidenciales, que nuestro electorado tiende a la bipolarización, es decir, a sufragar por las dos organizaciones políticas con posibilidades reales.
Se trata de una constante electoral acentuada en los últimos eventos, pero que viene desde el primer experimento democrático celebrado el 20 de diciembre de 1962, cuando el profesor Juan Bosch ganó a Viriato Fiallo. Durante el intervalo de 1962 al 2012 sólo se conocen cuatro certámenes en los que las entidades que alcanzan tercer lugar obtienen dos dígitos. Esos terceros lugares de alta votación fueron en 1982 y 1986, cuando el profesor Bosch se alzó con un 10% y un 18%. También en 1990 el doctor Peña Gómez obtuvo un 24%. Finalmente Jacinto Peynado, en primera vuelta de 1996, logró un 15%. Exceptuando esos torneos comiciales, en todas las contiendas los sufragios se han distribuido en dos polos.
La gente puede tener simpatía por un candidato presidencial, pero si no observa posibilidades de triunfo termina votando por uno de los dos que puede ganar. Fue el caso de 1978, en la que el PLD apenas alcanzó 18 mil sufragios. Esa no era la real votación de Bosch. La oposición quería salir de Balaguer y terminó favoreciendo al PRD, que ofertó mayor percepción de fuerza.
Ofrezco estos antecedentes, porque el PLD se masturba con la idea de dividir al PRD en dos mitades con miras al proceso de 2016. Y la idea motiva a funcionarios sin carisma y sin perfil presidencial a lanzarse a la búsqueda de la candidatura. Creen, con toda razón, que con el PRD dividido y los jueces electorales a su favor se gana con cualquiera.
Más que dividido, producto de un acuerdo entre Miguel Vargas, Leonel Fernández y el PLD, el PRD trilla el camino de la desaparición a partir del mamotreto de convención del domingo 20, obra de teatro mal ensayada y peor elaborada. A Miguel Vargas no lo quiere nadie. Y habrá un cambio temporal o definitivo de sigla.