El supuesto padecimiento no está reconocido por la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos ni ningún otro ente oficial.
Tampoco está incluído en ninguna versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés), la Biblia de los psicólogos y psiquiatras, ni se enseña sobre él en las facultades de psicología.
Sin embargo, son varios los expertos que defienden su existencia.
Todos ellos hablan de la supuesta enfermedad como un fenómeno social.
«Nada que hacer»
El primer registro que se tiene de la palabra afluenza es de 1954.
El término es un neologismo que nace de la combinación en inglés deinfluenza (gripe) y affluence (afluencia, riqueza).
Se hizo popular en 1997, a raíz de la publicación de dos libros: The Golden Ghetto: The Psychology of Affluence (El gheto de oro: la psicología de la afluenza) de Jessie O’Neil, psicóloga y bisnieta del expresidente de General Motors Charles Erwin Wilson, y Affluenza: The All-Consuming Epidemic (Afluenza: la epidemia de los que todo lo consumen), de los expertos John De Graaf, David Wann y Thomas H. Naylor.
También existen una película y una serie de la televisión pública de Oregón tituladas Afluenza, y la BBC le dedicó un reportaje al tema en octubre de 2000.
No existe un acuerdo sobre su definición, pero se ha descrito como un fenómeno social por el que se consume de manera enfermiza sin lograr nunca la satisfacción.
Así, la afluenza sería la versión moderna del ennui (tedio, en francés), una enfermedad psicológica que sufrían los niños ricos victorianos por tener demasiado tiempo libre y ninguna profesión.
De acuerdo a los expertos que defienden su existencia, ese vacío se llenaría en la actualidad consumiendo y abusando de drogas, sexo y alcohol.
Así, la afluenza sería consecuencia de ser malcriado por una familia de clase alta, con mucho dinero, que no exige responsabilidad ni castiga los actos incorrectos.
Sería, pues, una derivación del privilegio.
Y es en ese punto en el que el concepto afluenza y la condena basada en ella se vuelve polémica.
BBC le dedicó un reportaje al tema en octubre de 2000.Y subrayaron que el caso no hizo más que poner de manifiesto la inequidad del sistema.
«Lo que prevaleció fue el dinero», declaró en ese sentido Eric Boyles, quien perdió a su esposa y a su hija en el accidente provocado por Couch.
Y los comentarios de los usuarios de las redes sociales ahora, tras conocerse la detención de Couch en México, han sido también de ese estilo.
«No es posible que los pobres cometan crímenes y los ricos simplemente cometan errores, estén enfermos o sean víctimas de su entorno», señala uno.
¿Qué es la affluenza?
El neologismo deriva de la unión de influenza (gripe, en inglés) con affluent (acaudalado o rico) y fue utilizado por primera vez por la psicóloga Jessie O´Neill, en el libro El Ghetto dorado: la psicología de la afluencia (1998)
«La gripe de los ricos» o «la enfermedad de los ricos» no está reconocida como diagnóstico médico por la Asociación Psiquiátrica Estadounidense, ni de ninguna parte del mundo, y su utilización durante el juicio provocó duras críticas tanto de especialistas médicos, como de psiquiatras y familiares.
Los síntomas
Este supuesto desorden «de clase» tiene como principal característica por la ausencia de valores, empatía o culpa. Según los abogados de Couch, el joven fue víctima de su propio status quo, donde tuvo una educación sin respeto y donde la vida del otro no tiene valor.
El origen sería el seno familiar y la falta de límites, donde sus padres los consintieron y malcriaron sin inculcarle jamás el sentido de la responsabilidad de sus actos.
Latinoamérica
Latinoamérica necesita replantear su gasto en la primera infancia (de 0 a 5 años) para mejorar la calidad de sus servicios y favorecer la igualdad de capacidades entre los niños más ricos y los más pobres, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El bienestar infantil y el papel de las políticas públicas reveló que los avances de la región latinoamericana en escolarización, nutrición infantil y acceso a servicios de salud no fueron acompañados con un incremento de la igualdad de capacidades entre niños de orígenes socioeconómicos distintos.