Opinión

La especulación es buena

La especulación es buena

La especulación es buena

 

Es difícil sostener un debate razonable sobre precios y regulación de mercados en nuestro país cuando cada mini-crisis es atribuida a “especuladores” invisibles que complotan como villanos de caricaturas para exprimir al pueblo de su dinero, tal como ahora se alega ha ocurrido con los plátanos. Hay muchas cosas que inciden de manera negativa en los precios y disponibilidad de los bienes tales como los acuerdos para fijar precios entre competidores, los monopolios, las barreras proteccionistas (arancelarias o regulatorios), entre otras, no siendo en algún caso la tan mentada “especulación” una de ellas. La especulación en su esencia más simple es buena tanto para productores como consumidores.

Para países sin especulación tenemos el caso cercano de Venezuela. Allá se controlan los precios, se persigue y encarcela a los “especuladores”, se incautan productos almacenados y se nacionalizan empresas que incumplan las directrices gubernamentales sobre precios. Ser unos paladines anti-especulativos le ha resultado a Venezuela con escasez de todos los productos básicos incluyendo el papel higiénico, una inflación real que ya bordea la hiperinflación, un desplome espectacular de la economía y ser el hazmerreir económico de la región.

La especulación, a través de los precios, genera información con mayor rapidez a todos los participantes en un mercado, especialmente a los consumidores. Naturalmente, la especulación no tiene fines altruistas y si bien pudiera lucir nocivo por sus efectos en los precios y como a primera vista poder afectar a los más necesitados, la realidad es que su incidencia permite a los consumidores poder reaccionar a la disponibilidad de bienes de forma tal que se eviten escaseces, en adición a abrir una ventana de tiempo de forma tal que el Estado pueda reaccionar para reaccionar frente a la situación de una forma prudente y racional.

Lamentablemente, la decisión del Ministerio de Agricultura de hacer un acuerdo para fijar los precios del plátano entre productores y eventuales importadores no es prudente ni racional. No es por chanza que la Ley de Libre Competencia promulgada en el 2008 expresamente prohíbe el tipo de acuerdos que ahora está impulsando el Ministerio de Agricultura.

La fijación de precios entre productores e importadores de un bien solo tenderá a afectar a los consumidores, que no podrán beneficiarse de la rebaja de precios que naturalmente ocurriría con el aumento de la oferta.

Harían muy bien las autoridades y los hacedores de opinión pública de madurar un poco y dejar de lanzar acusaciones absurdas contra “especuladores” invisibles, y aprender a educar al público de las causas fundamentales que inciden en las variaciones drásticas de precio como la ocurrida con los plátanos, y empezar a ser un poco más agradecidos de los especuladores que nos ahorran el calvario de terminar como Venezuela.

El Nacional

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