Editorial

La inocencia de Amet

La inocencia de Amet

               Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet) emprendió ayer la tarea de  imponer orden en calles aledañas al Palacio Nacional donde el libre tránsito por vías y pasos peatonales ha sido  entorpecido por carros, yipetas, guaguas y camiones mal estacionados o ubicados sobre aceras, como si esa área de alta seguridad fuera tierra de nadie.

Los agentes de Amet se incautaron 23  vehículos, la mayoría propiedad de políticos, militares o funcionarios  de servicio en el Palacio Nacional que  creen tener licencia para violar la ley o hacer difícil el paso de otros conductores por  esa zona del sector de Gazcue,  sin que  efectivos del Cuerpo de Ayudantes Militares  realicen  siquiera un mínimo de esfuerzo para afrontar el desorden.

Esa institución ha podido cumplir con su  deber de restaurar orden en los alrededores de  la sede de Gobierno, aun a regañadientes de funcionarios o gente de  influencia que  se consideran con privilegio para ubicar sus vehículos  donde mejor les parezca, pero es menester advertir  que esa institución carece de fuerza o apoyo para combatir el caos que prevalece en el tránsito por  autopistas, carreteras, avenidas y calles.

El desorden en el tránsito ha llegado hasta el perímetro del Palacio Nacional, sin que se pueda  culpar de ese caos a los  dos mil 400  efectivos de Amet que no dan abasto para controlar a decenas de miles de choferes y conductores cuya misión de cada  día parece ser la de  violar  la ley 241 sobre tránsito terrestre.

Amet fue creada en principio para  atender los corredores de transporte público del Gran Santo Domingo, pero  su labor ha sido extendida a todo el territorio nacional sin que haya sido  dotado de  más personal, equipos ni  se haya modificado la ley de tránsito para endurecer las sanciones por  contravenciones.

Mientras en otros países la ley prevé  intereses y moras por retrasos en el pago de multas y suspensión temporal o definitiva de la licencia de conducir por reincidencia, aquí choferes y conductores tardan hasta cuatro años en  honrar el importe de una sanción económica y nada ocurre si se convierten en consuetudinarios violadores de la ley.

 La Dirección General de Tránsito Terrestre otorga  cada mes más de 15 mil licencias a nuevos conductores, mientras ingresan por aduanas miles de vehículos importados, sin que  se aplique ninguna ley  que haga perimir  la emisión de placas a la impresionante cantidad de chatarras que circulan por todas partes.

No es justo culpar a Amet por el desorden  en el tránsito vehicular, porque las causas primigenias  de ese salvajismo vial han sido la falta de  respaldo a esa institución, la enorme circulación de vehículos chatarras, la no modificación de la ley 241 para endurecer sanciones contra choferes y conductores irresponsables y la carencia de voluntad política para afrontar tan grave situación, que llegó hasta las verjas del Palacio Nacional.     

El Nacional

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