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La mujer intelectual

La mujer intelectual

Chiqui Vicioso

(III)
Fíjense que en el transcurso de estos artículos me he referido todo el tiempo al intelectual, a los intelectuales. Por qué. Porque la mayoría de los intelectuales a que me he referido fueron misógenos.

Augusto Comte, padre del Postivismo y de la Sociología Moderna, y quien más contribuyó a que el conocimiento se basara en hechos y no en teorías religiosas o idealismos, reiteró antiguas y falsas creencias sobre la mujer.
En 1939 escribió:

“La relativa inferioridad de la mujer es incontestable, poco capacitada como lo está, en comparación con el hombre, para la continuidad en intensidad del esfuerzo mental, o bien debido a la debilidad instrínseca de su raciocinio, o a su ligera sensibilidad moral y física, que son hostiles a la abstracción científica y a la concentración”.

“En cuanto a los fines del gobierno, la radical ineptitud del sexo femenino es aún más evidente, incluso en el nivel más elemental, que es el gobierno de la familia”.

La mujer no fue bien valorada por los intelectuales del pasado
Jean Jacques Rousseau, con su Emilio, era un misógeno rabioso:
“Una mujer sabia (decía) es un castigo para el esposo, sus hijos, sus criados, para todo el mundo. Desde la elevada estatura de su genio desprecia todos los deberes femeninos, y está siempre intentando hacerse a sí misma un hombre”.

Inmanuel Kant llegó a ser ofensivo:
“Una mujer que se ocupa de las controversias fundamentales sobre la mecánica, se podría también dejar la barba”. “El estudio laborioso y las arduas reflexiones, incluso en el caso de que una mujer tenga éxito al respecto, destrozan los méritos propios del sexo”.

Herbert Spencer afirmaba:
“Las mujeres muestran una perceptible deficiencia en dos facultades, la intelectutal y la emocional, que son el resultado final de la evolución humana, la capacidad de razonamiento abstracto y la que es la más abstracta de las emociones, el sentimiento de la justicia”.

Johan Gotlieb Fitche, filósofo alemán, afirmaba que “el Segundo sexo podrá solo encontrar la plenitud en el matrimonio”; y George Frederich Hegel, filósofo idealista y teólogo, decía que “Si las mujeres controlaran el gobierno el Estado estaría en peligro, porque ellas no actúan según los dictados de las reglas universales, sino que se dejan influenciar por inclinaciones y opiniones ocasionales, la educación de las mujeres contamina, uno no sabe como”.