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La música del futuro

La música del futuro

El sonido es escritura, la escritura es música, la música es arte, la idea es superar la mentalidad del siglo XX que concibe todo dividido en componentes separados, como en una factoría. Nadie puede adivinar hacia dónde vamos porque sólo respondemos a nuestra necesidad de dar rienda suelta al instinto creador y así comunicarnos, mejor o peor, con los demás.

La música no es como la lotería, donde gana el que acierta el número de mañana. La cuestión no es adivinar, sino crear.

El compositor vive al borde del universo, con la nada por delante y con el vértigo de la obligación de avanzar.

Pero, no nos engañemos: lo cierto es que las artes en general se parecen cada vez más a la moda (¡o a la bolsa de valores!): el más listo marca el paso y los demás le siguen, cuanto más rápidamente, mejor.

Si el juego consiste en adivinar el próximo ismo y subirse a él el primero afectando estilo, entonces estamos ya en plena Pasarela Cibeles. Puestos a banalizar la creación artística, prefiero el camino del entretenimiento antes que el de la moda: el arte como matarratos. Mejor música entretenida que música fashion. Dame placer para el oído y déjate de esnobismos.

Quién sabe por dónde irán las cosas pasado mañana, pero yo espero que sigan por donde van, que van bien: acercándose cada vez más la sensibilidad artística del compositor a la sensibilidad fisiológica del oído del espectador.

Después de medio siglo de composición celestial, dirigida a un oído divino, ideal, omnipotente e inexistente, necesitamos aún unas cuantas décadas más de composición secular, dirigida a tímpanos humanos, terrenales, limitados en cuanto a potencia e indiscutiblemente existentes.

Así tendríamos una música objeto. También puede pasar lo contrario: que se acentúen en los compositores las ganas de hacer música concepto, obras que no se dirijan a un oyente (ni con ni sin superpoderes en el oído), sino a un pensante; obras enigma que obliguen al personal a revisar sus ideas sobre la música, el arte o incluso la vida.

Estaría bien que el mañana nos trajera a la vez ambos tipos de música: entretenida e inquietante.

cualquiera con un poco de conocimiento sobre ordenadores, los programas adecuados y buen oído para el ritmo, puede crear música y llegar a cientos, miles o millones de oyentes.

Es música que nace con la tecnología y que, gracias a ella, ya sea mediante tiendas digitales como iTunes o Rhapsody, servicios gratuitos -music. download.com, acidplanet.com- y páginas del tipo MySpace o YouTube, no requiere de los tradicionales establecimientos de venta de discos o locutores radiofónicos para hacerse escuchar.

En esta revolución musical, productores y disc jockeys de vanguardia protagonizan un fenómeno en el que, a través de los sonidos que inventan o mezclan, cómo los hacen y en dónde los tocan, pueden volverse celebridades internacionales o incluso académicos de renombre.

El Nacional

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