Desde el lunes 17 de febrero pasado, las manifestaciones en la Plaza de la Bandera, en Sano Domingo, se han multiplicado a más de treinta ciudades del país y ya son multitudes de gente, mayoritariamente jóvenes y no asociadas a partidos políticos, que expresan su rechazo por la suspensión de las elecciones municipales en el país, solicitando la dimisión de la Junta Central Electoral.
Estas demostraciones, además, se extienden hacia el exterior del país, con expresiones y demandas fuertes en diferentes ciudades de Estados Unidos y hasta en Europa, indicando que la juventud dominicana se convoca por las redes cibernéticas sociales con nuevas expresiones masivas y eficaces. Una lección para la cara del poder tradicional y tanto al que está como al que vendrá, con el conjunto de toda esa sociedad política, de partidos, funcionarios y funcionarias, así como de los poderes fácticos que la retroalimentan y manipulan.
En realidad, esta juventud convocante, nos recuerda que el voto en estas elecciones es joven y femenino, y la decisión es de ellos y ellas, aunque no se pueda menospreciar la del resto de las personas votantes. El electorado entre 18 y 35 años es el 40.2% del padrón electoral y el 52% son mujeres y hay un buen número que votan por primera vez.
La suspensión de las elecciones municipales ha demostrado mucha incapacidad, negligencia, adhesión al autoritario sistema establecido, prepotencia, fracaso de modelo “truchimanioso”, y probablemente criminalidad para adueñarse de la voluntad ciudadana. Pero el pueblo se levantó indignado y dijo tantas cosas, como: “Para sacar a los delincuentes de las calles, primero hay que sacarlos del Gobierno”; “Nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo”; “Protesto porque me cansé que hagan fiestas con mis impuestos”, “Basta ya, no más engaño, el pueblo despertó”, y muchos más mensajes escritos en miles de pancartas improvisadas y personalizadas.
En el despotismo, pese al clamor de renuncia, la JCE, establece que no renunciará, y el gobierno refuerza su trabajo con organismos internacionales y le quita al Ministerio Público, la facultad de investigar, para dársela a la OEA, es decir, reafirma era farsa la montada con los coroneles y el técnico, pero, además, demuestra que, en la práctica, en este país no existe la división de poderes.
Y el domingo 23, los partidos concentrados en el Parque Independencia, hicieron portavoces de su manifiesto también, a gente joven. La juventud dominicana y las mujeres tienen delante de sí el río Rubicón y les queda cruzarlo como hiciera Julio César, porque “la suerte está echada”.