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La terrible brevedad en “Muerte en noche de palomas”

La terrible brevedad en “Muerte en noche  de palomas”

El poeta y narrador Amable Mejía acaba de publicar una novela titulada “Muerte en noche de palomas” (Primera edición 2020, Editora Búho).

Terriblemente breve, pero pletórica de fuerza narrativa. Como habla de palomas, a mí, de inmediato me llamó la atención y se me fijó el título, pues tengo cierta fascinación cuando hay animales o especies raras en cualquier género literario u obra artística.

Indefectiblemente me vino a la memoria, la genial película “Los pájaros”, del mofletudo Alfred Hitchcock, también la novela “La paloma”, de Patrick Süsking, y ni se diga los cuentistas con aliento de lo fatal, Horacio Quiroga, Robert Arlt (ese del Gato cocido) y del patriarca de lo siniestro: Edgar Allan Poe.

En esta obra de Mejía la paloma no aparece como elemento siniestro o macabro, sino como un ente que está asociado a una situación trascendente, digamos en español, una desgracia: y en este caso, hay que decir que es la muerte de uno de los personajes.

El personaje principal de la novela –escrita desde un yo reflexivo- Idelfo Bravo se fija en el movimiento de ésta, y a partir de esta coordenada: la muerte, fija su instinto narrativo.
Una virtud tiene esta novela: atrapa, y atrapa porque la historia se hace creíble, y lo hace desde el drama de un personaje que se ensimisma y entristece profundamente por la muerte del personaje Juana Dolores.

A partir del deceso (un accidente de tránsito se la lleva) Idelfo se adentra en reflexiones sobre la vida y la existencia, las que comparte al evocar a la fallecida Juana Dolores, y le desencadena impenitentes cuitas.

Otra virtud se destaca, la creación de dos conflictos. Está el conflicto de Idelfo, y el conflicto que desencadena la muerte de Juana Dolores. Con estas dos situaciones, Amable Mejía logra crear un hilo narrativo que le permite llevar de mano al lector por recuerdos, situaciones, calles.

La brevedad, una cualidad escasa en la narrativa dominicana, y quizás latinoamericana, está presente en “Muerte en noche de palomas”, pues casi siempre los autores jóvenes tienden a pensar que mientras más páginas contenga un texto añaden más valor narrativo, y que lo cualitativo va en proporción al espesor del lomo del texto.

Paladina perogrullada. Amable, por el contrario ha hecho de lo breve un loable ejercicio, pues sus otras novelas también son breves, y tienden a condensar los conflictos.

Los personajes Olegario, Silvio, Dalia, Juana Dolores, Carlos Pablo, en sí, son justificaciones que rondan el universo espiritual del autor, y es específicamente la muerte de Juana Dolores, la que le hace saber cómo cambia su mundo a partir de la desaparición de un ser que ama.

(De nuevo en la calle, miraba a los transeúntes, sin interés. Página 25).
A la zona oscura que entra el personaje por la muerte de Juana Dolores y por la de Carlos Pablo, hace incursionar a quien lee la obra.

El recurso del diario en el texto está muy bien insertado, aunque objeto algunas disquisiciones hechas por la misma por su tesitura hiper-teórica o neobarroca. Pero cumplen en sí la misión de ponerle el esqueleto espiritual con que se mueve el personaje.
Muerte en noche de palomas se lee de una sentada.

Como si fuese un cuento pues los conflictos están tan bien apretados. Esta obra hay que celebrarla, Amable ha dado en el clavo; muestra que su martillo narrativo estuvo en manos diestras en este caso, en esta breve pero sustanciosa novela.
El autor es escritor y periodista.

Por. Eloy Alberto Tejera
Eloyalbert28@hotmail.com

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