La sociedad dominicana sigue atormentada por la inseguridad, la delincuencia y los atracos en cualquier esquina. Las autoridades tienen que tomar medidas para reforzar la protección general.
La violencia propiciada por las bandas que surgen en los barrios puede ser contrarrestado en base a un trabajo eficiente de las autoridades.
El crimen tiene que ser atajado en el acto, ya que es uno de los problemas prioritarios del ciudadano.
Ya es difícil transitar por cualquier lugar de la ciudad, sin correr el riesgo de ser salpicado por la violencia descarnada.
Las autoridades aumentan el patrullaje, pero tienen que poner el puño de hierro para controlar el problema.
La muñeca de hierro no significa que se lance a los agentes policiales a matar, a exterminar a capricho, por el contrario, se les insta a que sean responsables, y que comprendan que su principal tarea es ser protectores del ciudadano.
Ninguna acción debe quedar fuera de un programa para detener el crimen. Se sucediesen excesos en la jornada anti-delincuencia, se debe proceder a controlarlos.
No se trata de una feria donde se va a premiar al que más dispare.
En la lucha contra el crimen juega un papel estelar la inteligencia, las tareas táçticas para descubrir a tiempo cualquier acción violadora de la ley.
En lenguaje dominicano se diría tener buenos agentes secretos, o chivatos, para investigar e informar.
Técnica moderna, para poder someter a los violadores de la leyTodavía el crimen puede ser controlado en el país, tomando en cuenta que las bandas son de efecto local, y que no hay un grupo criminal que se pueda clasificar de alcance nacional.
En esta etapa es que hay que controlar las pandillas.Algo que llama la atención es la juventud de los pandilleros.
Casi todos menores de 30 años, una etapa en que deberían estar dedicados a la actividad productiva, y sin embargo prefieren el delito.
Ahí viene a encajar uno de los puntos fundamentales de la lucha contra la delincuencia. La miseria de los barrios marginados.
El soldado el crimen proviene del desamparo y del abandono social. Sin embargo, su condición de humilde no es una patente para que se meta a delincuente.
Atentamente,
Manuel Hernández Villeta