Opinión

“Leon n’est plus”

“Leon n’est plus”

Basta del león es la traducción libre de una de las frases mortales que marcaron los primeros años de la Revolución Francesa. Andrajosos, sin calzoncillos, sacaron beneficios inimaginables, escalando de la pobreza a formar parte de una minoría corrompida y derrochadora. Por tanto, despreciable. “Lacras que surgen de las revoluciones sociales hasta que son superadas por el duro puritanismo, que invariablemente llega a dominarlas”, observa Eric Hobsbawm.

Danton y Robespierre, representaciones rígidas y picarescas, enfrentadas en el teatro ecuménico de la Revolución. Esta vez, la historia trazó la lógica del triunfo de lo ético frente a lo inmoral. No siempre es así, tenemos que admitir. Las masas debieron, primero, apartarse descontentas de una “turbia y resentida pasividad”, como la llama Hohsbawm.

Enriquecidos, ahítos de poder, otrora derrotados, los primeros mentores de la épica que cambió el curso de la historia, retornaron en cierto modo a sus orígenes acogiendo a numerosos rufianes y canallas, unidos a delincuentes de cuello blanco, en fin, a toda clase de elementos corrompidos, dispuestos a todo por el afán de lucro.

La patria, la libertad, la Declaración de los Derechos del Hombre pasaban a ser, en este caso, huecos conceptos e instrumentos de propaganda para tomar el poder, entretener y lavar la cara sucia de un cuerpo ya en descomposición. ¿Dialéctica de las guerras revolucionarias o desviaciones de individuos que traicionan las causas que dieron origen las luchas emprendidas?

Se produce el efecto esperado cuando la situación se extrema. “Leon n’est plus”, basta, carajo. El león ya no más. Estos tornaron su Revolución en una farsa amenazante e irritante. Por tanto, cavaron su tumba, les había llegado la hora. Anidaron contradicciones insalvables. Unos y otros se hicieron pasar por la guillotina, una vez en nombre de la Monarquía renovada, y otra para salvar la República.

Ocultar el verdadero objetivo no pudo evitar el desmembramiento de una facción y de una etapa que vino a dar, inevitablemente, con el ascenso de un desconocido general, luego imponente hombre de Estado, transformador de la sociedad francesa, componedor del nuevo orden social y legal que se hizo universal. Ni siquiera la táctica inactividad en procura retener el poder detuvo el proceso. Napoleón Bonaparte fue la solución final. “Leon n’est plus.

El Nacional

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