Opinión

Libros y lecturas

Libros y lecturas

Por órdenes superiores

 

Por Ordenes Superiores. Relatos (Segundo Imbert Brugal. Editorial Santuario, Impreso en Editorial Búho).

La literatura tiene en su favor el poder de la fantasía, categoría que suele alimentarse de tres factores: la observación, la imaginación y la experiencia propia. Con este primer libro de relatos, que desde la perspectiva técnica pertenecen al género del cuento, Imbert Brugal nos protagoniza un delicioso asalto al gusto lectorial, al entregarnos 12 trabajos realizados con cuidado milimétrico en su estructura, como expresión de una fiesta de recuerdos en la que protagonizan su amada Puerto Plata Natal y la dimensión abrumadora y aberrante de la dictadura de Trujillo, que en su poder de opresión y asfixia, reduce a sus víctimas y servidores al clan de piezas de un teclado trágico en el cual el autor tiene la destreza de encontrar con sentido trascendente, la ironía, el sarcasmo y la nostalgia. El libro lo conocimos este pasado domingo en la IX Feria del Libro de Agora Mall (que, justo es reconocer, montan Verónica Sención e Ilonka Nacidit, gracias, y en buena hora, a la comprensión que han obtenido de la gerencia de una plaza comercial que se ha abierto a las expresiones de la cultura).

El autor se permitió el gusto de establecer con el público una relación directa; de cuando el creador lee su obra y la gente queda impávida escuchando la estructuración de historias que se pueden visualizar como si fuese una película, solo que ahora solo se usan con destreza palabras y recursos del idioma. La lectura del cuento Odalís Picúa, permitió a cada quien que lo escuchara, formularse su propia concepción de aquel hombre de mar, de sus mentiras y verdades mediastintadas sobre sus aventuras en la mar oceana y de las implicaciones que tuvo su desafortunada participación en las ondonadas de la complicidad y el chivateo. Segundo Imbert, quien leyó su cuento luego de que Jeanette Miller, presentada por Angela Hernández, estremeciera las galerías de Agora Mall, tenía una difícil misión: lograr el mismo nivel de ensimismamiento del público que la inspirada poeta.

Con voz firme y dando los giros adecuados a su entonación, Segundo Imbert se revela como un narrador dominante en su oficio, uno que toma las riendas de las circunstancias que refiere, retuerce los detalles y las vidas de sus protagonistas y pone a la gente a vivir sus alegrías y tensarse al máximo con sus desventuras. Tiene la ventaja de entonar con el detalle descriptivo de miradas y gestos, de enmarcar bien el entorno provinciano y nacional, dando una lección de un oficio narrativo intenso, imaginativo y de gran rompimiento.

Es un escritor tardío, a pesar de que la literatura tiene la mala costumbre de burlarse de los adverbios de tiempo y permite que se vea solo la obra, al margen de las canas de sus creadores. Imbert ha sabido insertarse con justicia en la literatura, con conciencia de que el las letras, el disparo de inicio puede llegar puede ser en cualquier momento y que lo importante es correr con autenticidad de una voz propia y un quehacer responsable

El Nacional

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