Fuáquiti, humor necesario
(Fuaquiti. Revista de humor político. Directora: FarahHallal. Escritores: Elizabeth Kelly, Iván Payano, Víctor Reyes y Wilson Díaz; Caricaturistas: Cristian Hernández y Gabriel Núñez. Diseño: Julio Gerónimo).
Las revistas de humor político, exceden la expectativa de la gracia y la risa. Se trata de expresiones sociales que exponen con arte, sentido y documentación sintetizada en una imagen, que procuran la fortaleza de nuestro sistema democrático, de la vigencia de los derechos humanos y la necesidad de enderezar actitudes y reencauzar entuertos.
Es mucha la actualidad política que ha pasado bajo el río, desde la revista de humor Lea, fundada en 1962 y de la cual fue director Radhamés Gómez Pepín, pasando por Cachafú – fundada por Francisco Álvarez Castellanos, con la participación, entre otros, de Moisés Blanco Genao, Virgilio Alcántara, Juan José Ayuso y en la que participó como caricaturista nada menos que Ramón Oviedo, para entonces, un artista gráfico joven con deseos de abrirse caminos profesionales; Tirabuzón, fundada por Narciso González y Huchi Lora; DDT, fundada por Huchi Lora y Freddy Beras Goico, hasta hoy, cuando sale Fuáquiti en 2015, Con sus trece ediciones semanales gratuitas, el semanario de humor Fuáquiti sin dudas se constituyó en el evento literario de humor político del 2015.
Cultivando un responsable ejercicio de opinión en textos y caricaturas, Fuáquiti, ejerce un género periodístico que es muy serio, más allá de la gracia de sus muñecos y sus textos el humor político.
Fuáquiti llega puntualmente a las calles, cada jueves y se distribuye en 60 mil ejemplares en puntos fijos preestablecidos y en las avenidas principales, con una carga de mensajes e imágenes que da espacio a opiniones que fijas ideas y posiciones graciosas y responsables sobre el quehacer nacional.
Cuando se toca el tema de Fuáquiti, se impone revisar la tradición de las revistas de humor cada vez que sale un medio de este género.
Por una falta de visión mercadológica efectiva, estas revistas no son entendidas por los anunciantes y empresarios, como un poderoso medio de enorme incidencia en los sectores populares y medios de la población, sobre la creencia de que anunciarse en un medio de comunicación crítico e independiente, les puede indisponer con los consagrados “poderes fácticos”. Y es un grave error.