En un caso se trataría de comprensible modestia y timidez, en otros de incomprensible imprecisión lo relacionado con que no se cumplirán los Objetivos del Milenio en la República dominicana.
¿Quién dijo que no se han ido cumpliendo ya, incluso antes de lo esperado, esos objetivos, pautados bajo compromiso formal, aunque no vinculante,(una manera diplomática de decir que no era obligatorio), con las Naciones Unidas?
¿Quién se atrevió a tal dislate y a tan exagerada afirmación?
¿Por qué hay tanta crítica acerba respecto a esa temática que, en realidad, se puede mostrar como exagerada, descontextualizada e incluso no conceptualizada?
Parece que hay alguna ceguera en todo ello, de una parte.
Sobre todo la proveniente del litoral de la crítica exagerada y un excesivo cuidado en no mostrarse demasiado efectivo, de la otra.
Una gran demostración de preocupación por la educación, por ejemplo, y por hacer comer bien y sentirse demasiado bien atendidos los más pobres, podría producir envidia, que no es cosa agradable y que puede traer consecuencias.
Si se tratara de la palpitante cuestión educativa y el presupuesto asignado a ella, hay que consignar que es elevada si se la compara con algunos de esos países que andan hoy a la deriva o con la de la selva amazónica o quizás Tasmania, por ejemplo.
Basta observar el yipetaje que anda por esos campos dejando atrás un polvazo enorme (que a lo mejor alimenta) en las viviendas de los que, no es descartable que no hayan querido abandonar la marginalidad porque: ¿Quién dice que no se han acostumbrado los pobres a llevar la crisis encima como una cuestión folclórica a la que tienen acostumbrados a sus lectores extranjeros, especialmente futuros visitantes, las revistas turísticas que se diseminan profusamente en el exterior?
¿O es que ya la pobreza extrema, que pinta de un bello azul-escape el frente de las casas en esos campos barridos por el viento de la necesidad y afantasmados en medio del hambre y la pobreza, no es folclor del mejor?
¿No es injusto venir ahora a quitarle el encanto humano a esos elementos del paisaje que mostramos fuera como una gracia celestial proveniente de lo más hondo de nuestros contrastes sociales?
Ya hay toda una capa, todavía pequeña, de nuevos magnates -antes llamados denotativamente nuevos ricos del poder-, que sí ha aprendido a disfrutar en grande de los injustamente censurados como no realizados (a todo lujo), Objetivos del Milenio.
Es posible que, en la medida en que han crecido en apenas una década de disfrute del poder, esos objetivos puedan ampliarse notablemente hacia la obtención de los más costosos yates del momento, las mansiones más exquisitas del planeta, las cuentas en euros más apetecibles y otras excentricidades del acontecer nacional e internacional.
Hasta ahora las adquisiciones de esos portentos han sido más bien discretas, porque siempre hay gente que exagera en zonas turísticas y montañosas exclusivas, alejadas y forradas de inaccesibles e inmensos muros que protegen del ruido que hacen los envidiosos que por todo gritan y andan denunciando corrupción.
Envidiosos que no saben disfrutar, por torpes que son, como se debe, de las mejores mieles que deviene de los Objetivos no sólo del milenio sino de ahora mismo cuando se trazan estas líneas, y de mañana y el resto del año con proyecciones seguras para el año que viene.
De modo que esos decires no tienen lugar cuando se trata de tan altas posibilidades o como proclamaba el Jefe en sus días de gloria.
No todos quieren acogerse, mezquinos como son, a mi gran obra de gobierno y algunos prefieren conspirar criticando lo que hacemos por el país, es decir todo, absolutamente todo, y a la perfección.
Como se sabe, el también llamado generalísimo sustentaba la idea de que la democracia que él creyó haber construido era la más perfecta de todas y se notaba convencido de ello hasta el grado de pasearse, más de una vez, prácticamente sol,o por lugares públicos en insólita provocación.
Y mientras el país, en las postrimerías de su régimen, se convertía en un hervidero de conspiraciones y las cárceles se llenaban de presos políticos y las legaciones diplomáticas de exilados y refugiados.
Ahora, todo ha cambiado; las protestas pacíficas por arreglos de calles y por una que otra conquista social se sofoca con las humanitarias lacrimógenas y ya no se persigue a nadie sino que la gente más pobre, la de la extrema pobreza, le ha tomado por morir nomás que en intercambio de disparos, para confirmar la necesidad vigente siempre de creer en los cambios que traen los tan esperados nuevos tiempos.
Imposible cumplir
El presidente Leonel Fernández dijo durante la asamblea general de la ONU en Nueva York que República Dominicana no podrá cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, a pesar de las tasas de crecimiento alcanzadas.

