La idea de que un payaso puede desde ya lucirse con una porción del poder político en Brasil deja emerger, así, sin anestesia, no sólo el papel risible de estos trabajadores de la risa, si cabe decirlo así, sino que decididamente rememora las payasadas de quienes no lo son.
Los brasileiros tienen sus peculiares modos festivos de decidir la política y la vida misma, tan suyos como suelen ser.
No menos originales pueden llegar a erigirse los italianos, cuando les toca el turno.
Hay que recordar que ellos eligieron, años recientes, a una actriz porno al circunspecto y atildado parlamento.
No hubo más remedio al fin y en honor a los procedimientos democráticos, que son mandatarios como voluntad de las mayorías en las urnas, que permitir a la libertina Cicciolina ejercer de congresista.
En otras latitudes sucede más o menos lo mismo, pero camuflado, inconfesado, clandestino.
Y como restringido a círculos íntimos.
Sin embargo, basta observar las actuaciones para entender de qué se trata.
Ahora la condición de payaso connota burla e insulto, olvidándose que hacer reir a los demás es un trabajo digno de elegidos y por demás difícil, paciente, crucial.
La risa parece fácil de arrancar al prójimo pero la resulta más arte y más razón de ser a los artistas.
No todo el mundo desarrolla un tolerable o espléndido sentido del humor.
La excepción corresponde a los niños, que suelen reirse de cualquier cosa que les parezca ridícula o llamativa o exagerada, simplemente.
Empero, hay payasos de todas la cataduras.
Los hay muy formales y no demuestran nada hasta que abren la bocota.
Otros, hasta cuando emprenden alguna acción o encaminan e intentan encaminar los acontecimientos en una dirección absurda, ilógica, absurda hasta el grado que llama la atención.
Créase o no, hay payasos violentos, recelosos y como siniestros, que resultan ser dueños del circo o maridos de la trapecista principal o de la mujer barbuda.
Ya se les ha observado en relatos de crímenes de difícil solución hasta que a través de un ataque de risa inoportuna, se descubre todo.
Los hay propios del ordenamiento político local e internacional.
Pero para no herir epidermis susceptibles es preferible dejar por ahora los acontecimientos y sus protagonistas como están en este momento y que el tiempo les coloque en su lugar de descanso.
Hay payasos que nunca sabrán que lo fueron a) porque no sabían que no tenían sentido del humor.
Esa condición es básica para hacer reir.
El estado de ánimo es fundamental para el ejercicio un ejercicio tan complicado como cambiar el humor, en segundos, de regular a bueno a excelente en gente adulta, por ejemplo.
Hay payasos aguafiestas que, llorando o blasfemando del mundo y de la existencia y de todo, dan qué pensar de la humana condición.
Ah, también hay payasas!
En Santiago hay más de una de ellas y están asociadas, por demás, de modo que las fiestas infantiles que aspiran a ser divertidas hasta más no poder, así como las metidas de pata que se pueden lograr por contrato se ven aseguradas de manera institucional.
Cuando se es payaso de facto, por alguna patología, porque no se teme al ridículo, porque no te brincaron cuando chiquito o por uno que otro olvido, hay problema.
Román Franco relata, a propósito, en su columna Minicosas el caso de un hombre de La Sierra llamado Taiko que no era, por cierto, de origen japonés sino que obtuvo ese nombre singular por un desliz de carácter familiar.
El caso, como el de otros nombres extraños, lo investigó un curioseador dominicano desde una universidad estadounidense.
Ya en cama de muerte, pidieron a su abuela que, recién nacido el niño, todavía no bautizado, dijera su última voluntad y fue ésta, dictada en buen cibaeño: pónganle taico ai niño (que lo empolvaran).
Pero la expresión no fue entendida, a lo mejor por el atareo de un nacimiento muy reciente y una muerte ya inminente.
Y bien, el mundo de los payasos es vasto: algunos sólo gesticulan, otros corren con unos zapatos gigantescos, y los demás bailan, se retuercen en el suelo, como asimismo ríen, se hacen pintar de manera estrafalaria y cuentan historias simplistas para los niños que gozan un mundo.
En otros litorales, los hay que ofrecen conferencias, hablan y hablan hasta en los medios y hasta los hay que llegan a tomar unas que otras decisiones.
Ridiculizar lo que otros tienen como cuestión cerrada circular y formal es uno de los encantos de ese oficio ya que el mundo no es para tomarse completamente en serio ni demasiado a la deriva y cuanto más se ría, mejor para todos ya que las excesivas formalidades y hasta las más leves casi siempre han estado en manos de los impostores.
En República Dominicana productores de programas de televisión y artistas han logrado puestos electorales , con más alta votación que políticos tradicionales.
Resultados electorales
En las recientes elecciones congresuales de Brasil un payaso logró una diputación, siendo el más votado. En Italia ocurrió con la izquierdista Sicciolina, que enseñaba su seno como campaña, y en República Dominicana comediantes y cantantes han logrado puestos electivos.

