Luis Castillo sabe más que nadie que la entrega y dedicación al trabajo que realiza un atleta son los mejores aliados para labrar una carrera que pueda merecer la mejor crítica de los hacedores de opinión pública.
Y también de aquellos hombres que a través de las instituciones tienen la responsabilidad de reconocer la trayectoria de un atleta luego de su retiro.
Por eso el intermedista campeón con los Marlins de Florida en la Serie Mundial del 2003 ingresó a la eternidad del deporte dominicano al recibir la inmortalidad en el Ceremonial del Pabellón de la Fama, celebrado el pasado domingo.
Castillo fue exaltado junto a otros siete ex atletas y dos propulsores, en el 51 Ceremonial efectuado en el Auditórium del Pabellón de la Fama, del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, con el patrocinio del Banco Popular.
“El béisbol lo jugué duro y con mucha dedicación por mi familia. Lo hice para buscar la manera de ayudar a mis seres queridos y logré el objetivo que me propuse”, dijo el jugador que después de 15 temporadas se retiró de Grandes Ligas con un excelentísimo promedio de .290 y casi dos mil imparables conectados.
Castillo recordó que fue firmado en 1993 por 2,500 dólares por Julián Camilo, a quien escogió como su edecán en su exaltación del domingo.