La alarma que supuso el rebrote de los casos de la covid-19 y la aparición de una nueva cepa obligaron a endurecer las medidas preventivas aquí y en muchos otros países. Pero el virus se ha evidenciado tan agresivo que los protocolos tienen que aplicarse con el más absoluto rigor para que surta los efectos deseados.
El nuevo récord de 2,370 casos en un día registrado en el país representa una señal de alerta en el sentido de que no se puede actuar con contemplaciones ante un enemigo que no da tregua.
Las presiones de la población por el hartazgo que supone el largo confinamiento han provocado que se flexibilicen las restricciones, pero el incremento que se ha registrado en los contagios demanda por lo menos repensar la estrategia para lidiar con la pandemia.
Con todo y que a mayor número de pruebas sean más las probabilidades de infectados, hay que estudiar acciones sobre las zonas más castigadas con la propagación del virus. No todos los lugares y actividades deben medirse con la misma vara.
Las autoridades han reconocido la gravedad de los contagios al informar que la ocupación en las unidades de cuidados intensivos se elevó a 60%. No alienta que con el aumento de los contagios no se hayan registrado defunciones.
El nuevo récord advierte que tanto las prevención como la vigilancia tienen que ser más estrictas, pero al mismo tiempo más ecuánimes para no castigar establecimientos que no son foco de propagación del virus porque operan con respeto al protocolo sanitario.

