Estudiaba en Italia y vacacionaba en el país en los inicio de los 70 la noche que por primera vez compartí con Hatuey junto a Héctor Dotel, Ney Newman , José Martínez, Miguel Vargas, Rafelin Melo, Poncho Medina (EPD) y otros amigos, en el antiguo Carimar del malecón.
De regreso al país ya al final de esa década ese mismo grupo de amigos y otros nuevos, solíamos reunirnos con Hatuey en la icónica Taberna de María Castaña donde ya se fraguaba el ´´Próximo Gobierno´´. No tomaba alcohol ni fumaba pero era un excelente contertulio.
Nuestra relación se consolido cuando dirigió la campaña de Jorge Blanco y fui parte de su equipo en el área técnica dirigida por el Ing. Ramón Alburquerque. De ahí en adelante, estuve con él en todas las campañas políticas que dirigió. Junto a él viví grandes experiencias políticas y personales.
Líder innato, su presencia llenaba el espacio e inspiraba respeto, tenía una personalidad envolvente, un carisma impresionante y una capacidad organizativa poco común; don de mando, ojo clínico para captar al vuelo las capacidades y debilidades de cada colaborador, trabajador incansable, sumamente exigente, detallista y quisquilloso con el trabajo político, no permitía errores.
Asumía responsabilidades y tomaba decisiones rápidas y certeras en los momentos más difíciles, un armador extraordinario; nadie, no importaba su nivel, rango o categoría, rechazaba una llamada o una visita suya. Poco tenían tan amplias relaciones nacionales e internacionales, las puertas se les abrían como por arte de magia.
Contrario a lo que algunos puedan pensar, era sumamente solidario con los problemas familiares y personales de sus amigos, seguidores y colaboradores, además, tenía un alto concepto de la familia.
Estábamos en Washington en visita oficial con el presidente electo y una noche al notarme preocupado me cuestiono, le respondí que mi esposa estaba aquejada de salud y al instante tomo el teléfono, la llamo y no obstante los compromisos oficiales de esa noche, duro más de cuarenta minutos conversando con ella. Son cosas que permanecen siempre en el recuerdan.
Con afecto rememoro esa época ya lejana cuando el grupito que estábamos a su lado, (Miguel Vargas, Rafelin Melo, José Martínez, Daladier Burgos y quien suscribe), algunos recién llegados del exterior, andábamos siempre trajeados a la moda al igual que el Líder y eso nos gano el mote de “Los pepillitos de Hatuey” quien, cuando se lo comentaban, reía de buenas ganas con ese gran sentido del humor que tenia. Con dolor y siempre en el recuerdo, despido al Cacique, uno de los últimos grandes líderes del país.
Por: Héctor Pérez Tovar