Opinión

MI VOZ ESCRITA

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Leonel y Damocles

 

Al doctor Leonel Fernández le han creado una aureola de supersabio y megainteligente. Sin embargo, hace tiempo que ese ente asimétrico e impredecible llamado pueblo acuñó el refrán: ¡A quién que le den, no coge! ¿Acaso por eso el susodicho cuando tiene que enfrentar la realidad, no puede sortear su propio laberinto?

Las revelaciones hechas por el señor Quirino Paulino, persona que a contrapelo de poses evasivas hasta goza de simpatía en la psique del hombre ordinario, en tanto aceptó y cumplió las condiciones acordadas con los que procuraron su extradición, no son para que el ex-presidente Fernández las tome a relajo.

Eso de limitar su reacción ante tan espeluznantes y específicas acusaciones del confeso narcotraficante a la desafortunada repetición de una calculada declaración vinchista, es como provocar a la indolencia para que se ría a carcajadas de la desgracia ajena.

Los que afirman que en algún momento Quirino se ha contradicho, que supuestamente no ha podido sostener sus acusaciones, no tienen razón para darle vueltas al asunto, no tienen porqué crear estelas distractivas que en nada benefician sus propósitos.

Poco importa de quién se trate. Ante la justicia lo que debe primar es la verdad. Y la verdad, aunque se retrase, siempre llega. Que para unos sea infierno y para otros, para los justos, sea gloria, no es su culpa. Culpables son los que creen que es posible vivir medalaganariamente de espaldas a la ley.

Si la inteligencia que le atribuyen a Leonel sus beneficiarios y de alguna forma cómplices secundarios, no fuera puro “bluff”, ya estuviera manejando el carro de la reelección. O, ¿Es que el hombre de los vientos sopladores tiene otra opción para agenciarse un poco de tranquilidad?

El Nacional

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