Opinión

MI VOZ ESCRITA

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Hay defensas que…

La destitución de Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil, único país de Latinoamérica que logró su independencia del imperio portugués sin disparar un tiro en la llamada “Guerra de las Rosas” en el año 1822, como casi todo en política tiene varias lecturas.

Una de ellas, la más importante, es la que acaba de hacerse evidente en la nación más extensa del continente. La sed de Poder, el hambre de dinero y la avaricia llevaron a Luiz Inacio da Silva y a su pupila, Dilma, a pactar con el diablo indiscutible del conservadurismo neo-liberal brasileiro.
Sin embargo, eso hubiese sido “paja pa´ la garza”. Lo grave de la connivencia entre los líderes del PT reside en que amparados en el ejercicio del Poder quisieron “condonizar” a un Michel Temer que procuraba la Presidencia; y que se ocupó de crear la estructura para lograrlo.
Alcanzar el Poder nunca ha sido juego de niños. Desde siempre es cosa seria. Prohijar una supuesta lucha encarnizada con ribetes de elegancia que en ocasiones se confunden con la buena fe es sólo parte de una estrategia.
La moraleja del refrán “cuando veas la barba de tu vecino arder, pon la tuya en remojo”, nunca antes tuvo tanta actualidad. Esto lo digo a propósito de un artículo que publicara el ex-presidente Fernández en defensa de Dilma Rousseff.
Por más que el ungido por Joaquín Balaguer pontifique a favor de la Rousseff, “Consumatum Est”. Más le valdría a este paladín de lo indefendible que se acore a algún muro a lamentar las consecuencias de falta de tacto; y a disfrutar, si es que le queda gusto, de las satisfacciones que le proporcionan su Fundación. Sobre todo las que salen del erario.

 

El Nacional

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