Por: Susi Pola
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La semana pasada, Minou Tavárez Mirabal, diputada al Congreso Nacional, renunció a su partido político, “convocada por la democracia, por la crisis institucional, el descrédito de la política, la falta de credibilidad de tantos representantes populares, el aumento inmoral de la pobreza, y la lucha por mejores gobiernos, poder legislativo, mejores gobiernos municipales y por una justicia independiente”, dijo.
Con reiteración se habla de crisis en los partidos políticos, jugando con las palabras para decir también, crisis en la política, el caso es que estas organizaciones, así como la democracia que representan, cada vez más se alejan de los objetivos tradicionales que los crearon.
La ciudadanía, percibimos a los partidos muy lejos de sus propósitos con el pueblo, con liderazgos carentes de credibilidad y confianza, sin renovación de los mismos, sin haberse podido adaptar a los cambios y nuevos paradigmas socio culturales, con visiones clientelares individualistas, empeñados en mantener una política que no incluye y que, por lo tanto, no resuelve las reconocidas nuevas necesidades.
En el caso de las mujeres, como gran objetivo político que no se acaba de ver en estas organizaciones, el fracaso partidario por la escasa conciencia, es total, tanto por la poca percepción de la importancia de encauzar y promover los intereses de las mujeres militantes a lo interno, como las ciudadanas electoras, más de la mitad del país y las que realmente votamos.
En este marco de acciones políticas atrasadas, el activismo partidista de las mujeres, se recrea en un escenario poco amigable, desde la invisibilidad de sus aportes, hasta la utilización de sus fuerzas para fines tradicionales.
Sin embargo, algunas de las políticas dominicanas, han conseguido desarrollar liderazgos firmes, demostrando que las mujeres, somos capaces de hacer una práctica política que no es “politiquera” y que trasciende, diferente a la clásica manera masculina de ejercerla.
Minou, es una representante democrática que no solo ha conquistado espacios dirigenciales dentro de un partido de estructuras jerarquizadas en masculino, resistente a las demandas de otros grupos en su interior, además de las mujeres, si no que también fuera de esas fronteras, en las de la ciudadanía, es muy respetada, reconocida y apoyada.
Como dominicanas ciudadanas y electoras, reconocemos en Minou nuestra representante, una que ha tenido que pagar el precio de asumir decisiones que no son del agrado de la dirigencia peledeista, cada vez más entrampada en la práctica inmoral de la política. Y cuando una mujer política militante da un paso adelante, todas las mujeres lo hacemos. Por eso, avanzadas por ella, la seguimos y apoyamos, porque es una política diferente y demócrata que siente por el pueblo!