Articulistas Opinión

Necesitamos un Lutero

Necesitamos un Lutero

José Antonio Torres

Hace exactamente 505 años, un monje llamado Martín Lutero inició en Alemania una de las mayores revoluciones de la historia, con la publicación de un temario de cuestionamiento al funcionamiento de la Iglesia Católica, lo que denominado las 95 tesis de Lutero.

Se dice que ese glosario fue clavado por el monje en la puerta principal de la iglesia del Palacio de Wittenberg, en el año 1517, con lo que sin dudas marcó el comienzo de una nueva era para la religión, la cultura, la sociología y la economía de toda Europa.

La visión de Lutero, en el aspecto moral, es esencialmente pesimista: sostiene que la naturaleza humana tiene un carácter pecaminoso y niega el libre arbitrio.

Así pues, la salvación depende de la misericordia de Dios. Pero lo verdaderamente crucial de su pensamiento es la idea de que la fe está por encima de las buenas obras.

Desde el punto de vista económico, algunos estudiosos europeos, la revolución luterana fue la base de uno de los libros clave para el desarrollo de la sociología. «La ética protestante y el espíritu del capitalismo».

Algunas de las ideas planteadas por Lutero contribuyeron al desarrollo del capitalismo en Europa, ya que la iglesia católica tenía décadas, especialmente durante el papado de León X condenando la acumulación de riquezas, pero la reforma de Lutero planteaba el trabajo como una forma de honrar al Señor.

Pero, el campo del error y de la verdad no estaba suficientemente deslindado, y Lutero permaneció dentro de la Iglesia Católica aún después de calificar al papa de Anticristo, y cuestionar el pago de dinero como indulgencia para limpiar los pecados de aquellos que pagaban a los obispos. Lutero fue excomulgado por el papa León X, en el año 1522.
Sin embargo, las ideas de Lutero se habrían quedado en una anécdota de no ser por la difusión de las mismas a través del invento que revolucionó la humanidad. La imprenta hizo que las 95 tesis se extendiesen en pocos meses por toda Europa.

Pero, sobre todo, sirvió como herramienta para acercar la Biblia a los fieles. Hasta ese momento, la lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras era un monopolio del clero, o se de los sacerdotes.