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Negocio de salud

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Pedro Pablo Yermenos Forastieri

Años sin visitar médicos, hasta que, al fin, decidió hacerlo. De esa forma, inició un periplo que lo condujo a consultar profesionales de diversas especialidades. Como era previsible, aparte de analíticas rutinarias, le prescribieron pruebas especiales, de esas que perturban al ánimo y las finanzas.

Para realizar dos de ellas, hubo que procurar cotizaciones para presentarlas al seguro, quien debía emitir autorización previa para cubrir costos del centro de salud. Todo, sin incluir honorarios profesionales. Casi cien mil pesos en total.
La aseguradora emitió autorización por RD$33,000.00 por gastos clínicos. Terminados los procedimientos, los médicos actuantes, que no admiten seguros, emitieron recibos por los montos que debían pagárseles en efectivo o por transferencias bancarias. Lo hizo de esta última manera y se dirigió a pagar los costos de la clínica.

Ahí empezaron sus sorpresas y sospechas. Le emitieron un recibo que decía que era por servicios de emergencia, por donde él no ingresó; por una suma que era RD$11,000.00 por debajo de la autorización de su seguro; y le obligaron a pagar RD$3,300.00 de diferencia.

Empezó reclamando el título de la factura, por el hecho de que su seguro cubría el 100% de servicios de emergencia y le estaban cobrando diferencia. Además, alegó que la autorización que entregó superaba por mucho el total de lo que le estaban cobrando.

Sobre lo primero, intentaron justificarlo diciendo que era un procedimiento interno. Si lo era, alegó él, entonces el sistema debía asumir la consecuencia que implicaba, que era una cobertura total por el supuesto servicio de emergencia.

Sobre la superioridad de lo autorizado por el seguro y el monto de la factura, se limitaron a decirle que han informado a la compañía que no emita la autorización por un total cerrado.

Eso era una admisión de que se estaba cobrando menos que el monto aprobado.
A él no le quedó claro el destino de la diferencia.

Cuando entregó la documentación a su corredora, esta le manifestó su sorpresa por lo acontecido.
Tuvo dudas sobre la magnitud del reembolso ante evidentes irregularidades en lo hecho por el centro.
¿Qué necesidad hay de no transparentar las cosas? Si un paciente no ingresó por emergencia, no debe entregársele factura por ese concepto.

Si se hace, no debe cobrarse nada si el seguro cubre el total.
Mejor no pensar cómo resuelven los pobres sus problemas de salud en un sistema que la aborda con espíritu empresarial.