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Neuróloga asegura uno de cada tres pacientes tiene una enfermedad imaginaria

Neuróloga asegura uno de cada tres pacientes tiene una enfermedad imaginaria

MADRID. (elmundo.es). Tímida ante el objetivo de un fotógrafo, la neuróloga Suzanne O’Sullivan se enfrenta a las entrevistas como a menudo lo hace cualquiera ante un médico, con una mezcla de pudor y temor.

La carrera médica ha convertido a esta mujer británica en una experta en enfermedades invisibles, y también en escritora.
Acaba de publicar Todo está en tu cabeza, historias reales de enfermedades imaginarias (Editorial Ariel), donde aúna el relato de su aprendizaje y la historia médica en lo que a enfermedades psicosomáticas se refiere con las vivencias de sus pacientes en el hospital británico más especializado en Neurología y Neurocirugía (National Hospital for Neurology and Neurosurgery).

O’Sullivan viene con Pauline, entre otros nombres propios, que vive enferma desde los 12 años y a la que conoce con 27, teniendo convulsiones en una cama de hospital. A la que tuvo que explicarle que su enfermedad no era real, sino que estaba únicamente en su cabeza.

¿Existe una lucha entre mente y cuerpo?

Todos en algún momento tenemos síntomas psicosomáticos que no constituyen una enfermedad. El hecho de que yo venga aquí, a esta entrevista, hace que mi corazón lata más rápido y mis manos tiemblen. Esto es tan común que no solemos prestar atención. Pero, para mucha gente, esto que yo estoy sintiendo ahora, que no es una enfermedad, puede suponer un problema.

En una de cada tres personas esto puede ser tan extremo que se acabe convirtiendo en un problema médico grave. Una historia como la de Pauline es grave pero, en menor medida, muchas personas somatizan: dolores estomacales fuertes, dolores de cabeza, sarpullidos, mareos… Cada especialidad médica tiene sus propias somatizaciones.

«El sistema sanitario estadounidense podría ahorrar 256 mil millones de dólares al año si se detectaran las enfermedades psicosomáticas»
¿Se ha hecho un cálculo de lo que se podría ahorrar si las enfermedades psicosomáticas se detectaran con mayor facilidad?
Es muy difícil hacerlo… En Londres se estudiaron tres vecindarios y se descubrió que un total de 227 pacientes presentaban formas severas de somatización.

Si se hubiera detectado que sufrían somatización, se podría haber ahorrado medio millón de libras al año al sistema médico británico. Una cifra que, extrapolada, supone un coste de 115 millones al año, sólo en Londres. Pero estamos hablando de personas discapacitadas de verdad, como Pauline. Como cuento en el libro, el sistema sanitario estadounidense podría ahorrar 256 mil millones de dólares al año.

¿Cree que hay una preocupación global por este asunto y por lo que se podría ahorrar?

Sólo muy recientemente se ha generado cierto interés entre los médicos por las enfermedades psicosomáticas, pese a que, como dije, una de cada tres personas que entra en una clínica neurológica las presenta. Cuando me formaba en Neurología, este tipo de enfermedades no se mencionaron en ninguna de las conferencias a las que asistí.

Y se trata de un 30% de las enfermedades. En los últimos cinco años, se ha comenzado a desarrollar mayor implicación por todo esto. Creo que el problema radica en cómo nos formamos los médicos como especialistas. El neurólogo, el reumatólogo… todos se entrenan para diagnosticar enfermedades de su área y a descartar lo que no forma parte de ella, pero esto está cambiando.

«El médico que está entrenado para detectar a este tipo de pacientes no los ve. Porque los psiquiatras no ven a los pacientes a los que les duele algo físico».

¿Debería haber en la carrera de Medicina asignaturas específicas que aborden la enfermedad imaginaria?
Sin duda, pero no las hay.

El problema es que se consideran enfermedades psicológicas, es decir, los psiquiatras sí reciben formación al respecto. Pero los psiquiatras no ven a los pacientes a los que les duele algo físico. Una persona a la que le duele algo va a ver al médico correspondiente. Al final, quien está entrenado para detectar a este tipo de pacientes no los ve, y quien no lo está, sí.

Entonces, ¿todo hospital debería tener un especialista en enfermedades psicosomáticas?

En efecto. Hay médicos para todo tipo dolencias pero no para ésta. Esto es un ejemplo de nuestra falta de respeto por los pacientes. No existe un protocolo, y es algo que forma ya parte de la cultura médica, que habría que cambiar para poder ayudar a todas estas personas que están sufriendo.

¿Hay un campo médico por delante?

Absolutamente. Tradicionalmente, la enfermedad psicosomática se ha encontrado entre la Medicina, la Psiquiatría y la Psicología, así que nadie se ha hecho completamente responsable del asunto.

Existe también un estigma entre los médicos, como en el conjunto de la sociedad. Si nos encontramos con dos personas paralizadas, una por un accidente de tráfico y otra por una enfermedad psicológica, tendemos a creer que quien tiene más urgencia es la persona que ha sufrido el accidente. En cambio, es la otra persona quien tiene más posibilidades de que su parálisis se revierta. Deberíamos tomárnoslo más en serio.

¿Desarrollar una enfermedad psicosomática es una manera de enmascarar un problema psicológico?

Existen diferentes mecanismos. Hay quien desarrolla una enfermedad porque no consigue superar un trauma, y lo entierra. Como no lo acepta, el sentimiento negativo se transforma a través de la somatización. Pero no es el único motivo. También se relaciona con cómo la mente reacciona al cuerpo.

Si tengo un dolor en el pie y decido no preocuparme, tal vez se me pase, pero si decido preocuparme constantemente por ello puede convertirse en un dolor más obvio, en una debilidad. En muchas personas, la enfermedad psicosomática es un grito de ayuda. Para otros, una manera disfuncional de lidiar con lo que su cuerpo hace.

¿Se puede vivir una vida feliz con una enfermedad imaginaria?

Desde luego. Cualquier persona, hasta cierto punto, puede tener una enfermedad imaginaria, la clave está en saber reconocerla. Si me despierto y tengo palpitaciones y mareo puedo intentar leer mi cuerpo, detectar qué me está perturbando. Entonces, es completamente manejable. Por eso es importante poner nuestra consciencia en esto, ver si hay una tendencia, si es una señal de advertencia temprana, de que algo no va bien. «Un hipocondriaco está discapacitado por su preocupación por la enfermedad. Su problema es la ansiedad de la preocupación».
¿Existen características comunes en los pacientes que somatizan?

Odio tener que admitirlo pero son sobre todo mujeres. Como mujer, me he resistido a esta idea durante muchísimo tiempo. Pensaba que los propios médicos se negaban a identificar este tipo de enfermedades en los hombres, pero la mayoría de mis pacientes son mujeres. También es más probable somatizar si uno sufre depresión o ansiedad, pero caracterizar la somatización de esta forma perpetúa el estigma.

El Nacional

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