Disfrutar una noche bohemia con atenciones de primera y en la comodidad de una vistosa terraza, es lo que ofrece cada jueves el restaurante La Forchetta, con cena al aire libre en compañía de música en vivo.
El restaurant de gastronomía italiana se suma al «terraceo”, modalidad que se expande en hoteles y restaurantes de Santo Domingo.

Un escenario natural, sobrio y de buen gusto, da la bienvenida al habitué en un ambiente donde la música transporta al romanticismo a través de las historias cantadas y contadas por Jorge Luis, artista que integra esa esperanzadora elite de cantautores nómadas que gravitan las noches capitalinas.

Asido a su inseparable guitarra y con Estoy enamorado el cantante inició con buen pie al provocar ensordecedores aplausos que le indicaban el camino a seguir.

Un público joven y adulto contemporáneo se adueñó de las canciones con las que Jorge Luis se paseó por los exitosos repertorios de Pablo Alborán, Sebastián Yatra, Amaury Gutiérrez, Juanes, Anthony y Lalo Rodríguez.

Flor pálida sorprendió una mesa de veinteañeras que la interpretaba en voz baja, para continuar con Te he echado de menos, Devórame otra vez y Fíjate bien dónde pisas, una de las canciones más sociales del colombiano Juanes, mientras, a pocos pasos de Jorge Luis un “valet parking” se movía en un intento coreográfico.

Y el exquisito ambiente tuvo su ponto más alto con la Camisa negra, Así es la vida y Yo sé que es mentira.

Llegado el turno de Cómo olvidarte, tras una columna en madera una señora de las cuatro décadas observaba al cantante con sigilo mientras le arrebataba la canción en un momento único e irrepetible para ella.

Mientras avanzaba el tiempo el lugar se iba haciendo pequeño para el público que salía del interior del restaurante para sumarse al romántico ambiente.

El doctorado puso el punto final a un encuentro que se resistía a que corriera la cortina de la madrugada y que mañana vuelve a abrirse, a las 9:00 de la noche, con buena música en vivo.