La Academia Karolinska, premió a los doctores John O’keefe, Edward y MayBritt Moser con el Premio Nobel en Medicina. ¿Qué hicieron ellos para ser merecedores de dicho galardón? Bueno, primero voy a orientar al lector común sobre eso que llamamos sistema cognitivo o cognoscitivo, el cual es propio y exclusivo de los humanos.
Sistema cognitivo es el término con el cual nombramos los procesos mentales que están relacionados con la conciencia y el conocimiento entre los cuales se destacan nuestras percepciones, es decir, todos los estímulos externos que recibimos y la manera de cómo los interpretamos, la memoria, el pensamiento, es decir, cómo es que la gente piensa, las representaciones, es decir, las ideas o imágenes que nos formamos de las cosas, la conjetura, el concepto, la expectación y la planeación. Claro, con excepción de cierto grado de memoria que poseen algunos animales inferiores y un poco de capacidad para usar herramientas de muchos simios, solo el humano muestra capacidad de comprender complicadas fórmulas químicas y ecuaciones matemáticas, aprende y crea complejos software computacionales, ejecuta piezas musicales y, de mayor magnitud aún, tiene el dominio del rasgo psicolingüístico-motor más poderoso del sistema cognitivo: el lenguaje.
La memoria es uno de los aspectos del sistema cognoscitivo sobre el que más investigaciones se han hecho. Ha sido así, porque a pesar de que hasta hoy nadie cree posible volver al pasado «físicamente», pero los humanos necesitamos los recuerdos para poder dar cuenta de los aprendizajes instrumentales y de intelección, conocimientos, creencias pasadas, valores forjados, modos de crianza, funcionamiento familiar y de las experiencias almacenadas sobre decisiones y actitudes tomadas frente a hechos del pasado y que podrían orientarnos en el presente y en el futuro.
Todos nos preguntamos ¿cómo reconocemos en un estadio a una persona que alguien nos presentó hace un mes? o ¿cómo es posible que reconozca la voz de mi esposa en medio de un griterío de gente? ¿Por qué una adolescente jamás olvida la satisfacción que le produjo el primer beso que le dio el chico que más la atraía de la escuela aun después de cumplir 80 años?
O’kkefe y los Moser trabajando independientemente a principios de los años ’70, con cerebros de ratas, localizaron en la corteza cerebral de esos animalitos estructuras específicas que les permitían «reconocer» el lugar donde estaban. Se dieron cuenta que en una porción del lóbulo temporal, por encima de la localización anatómica de la amígdala, órgano asiento de las emociones en los humanos, y que se llama hipocampo, había unas células semejantes a pirámides a las que bautizaron de «células de lugar».