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Orto-escritura: Menú variado, pero en torno a nuestra lengua

Orto-escritura: Menú variado, pero en torno a nuestra lengua

Por RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com.-

Para hoy no tenemos un tema único, sino un “salpicón”, como le gusta al apreciado colega Deogracia Peña Santos (Nino Peña). Cuatro asuntos desarrollados brevemente componen la entrega. De inmediato comento la palabra sugerida por el licenciado Cándido Martínez, infaltable lector de esta columna.

1-Disruptivo
El adjetivo /disruptivo/ y su femenino /disruptiva/ han entrado bruscamente en el léxico, sobre todo de la economía y de la tecnología. El vocablo no es recién creado, pero ha irrumpido en el español por vía del inglés (disruptive). El Diccionario de la lengua española lo registra con este significado: Que produce disrupción.

Un glosario en la Web explica que disruptivo es lo que produce una interrupción súbita de algo. Para poner ejemplo apunta hacia la economía: “Que produce una ruptura en el desarrollo de la actividad de un sector para propiciar una renovación radical”.

El sustantivo disrupción procede del inglés “disruption”, y este del latín disruptio, -onis, equivalente a ‘rotura, fractura’. Por tanto, disrupción es una rotura o interrupción brusca.
Vale señalar que en nuestra lengua no existe un verbo perteneciente a la familia de las palabras disrupción (sustantivo) y disruptivo (adjetivo). Quizá los economistas y tecnócratas necesiten crear el verbo “disrumpir”.

2-Desaprender
Tantos esfuerzos y recursos que se invierten para que nuestros muchachos aprendan y luego vienen los sociólogos educativos a plantearnos que tienen que desaprender.

¿Desaprender es olvidar? Sí. Olvidar lo que se había aprendido. Olvidar, por ejemplo, que “El teorema de Pitágoras establece que en todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la longitud de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de las respectivas longitudes de los catetos”. Y también olvidar que “Los fenicios se enclavaron entre las estribaciones de los montes Líbano y el Mediterráneo, en costas del Asia Menor”.

Olvidar (Dejar de retener en la mente algo o a alguien) es un verbo bien conocido de la lengua española y tiene su equivalente en todas las lenguas, pero los consultores y gentes que preparan propuestas innovadoras no pueden decir olvidar, sino desaprender. Y las Academia de la Lengua así lo recogen y lo han incorporado al Diccionario.

3-Deconstrucción
Parecido al “desaprendizaje” es la /deconstrucción/, vocablo propio de la filosofía del que hacen uso algunos teóricos de la acción social. El Diccionario académico lo define así: “Acción y efecto de deconstruir. U. t. en sent. fig. aplicado a otros ámbitos”.

Una segunda acepción indica que deconstrucción es: Desmontaje de un concepto o de una construcción intelectual por medio de su análisis, mostrando así contradicciones y ambigüedades.

Tenemos también el verbo /deconstruir/, procedente del francés “déconstruire”. Se define de este modo: Deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura.
De ningún modo quienes emplean deconstruir verán como sinónimo el verbo destruir.

4-Variz, nariz
La voz variz, empleada para referir la dilatación permanente de una vena, causada por la
acumulación de sangre en su cavidad es, en el español general, tan aguda como nariz. Es decir que la fuerza de entonación al pronunciarla está en la última sílaba: ríz. Pero en el español dominicano esa palabra es llana: váriz.

Un rasgo más peculiar aun es que siempre la pronunciamos como si fuera en plural: várice (Tengo una várice en esta pierna) y también en plural: várices (Usa medias para las várices).

Muchos otros hablantes del español pronunciarán variz, igual que nariz. En plural dirán: varices, igual que narices. En nuestra habla local la palabra requiere tilde, para que esté acorde con la pronunciación: váriz, várice, várices.
Hasta el próximo domingo.

El Nacional

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