El 26 de enero conmemoramos un año más del natalicio del inmenso Juan Pablo Duarte, Padre fundador de nuestra Patria y de nuestra soberanía. Hoy más que nunca su figura se agiganta y adquiere importancia singular dada las amenazas alevosas que gravitan sobre los hombros nacionales fruto de condiciones adversas y de inseguridad del vecino pueblo de Haití.
Esto junto a los múltiples partos de madres indocumentadas en nuestros hospitales públicos, una especie de invasión pacifica de vientres, al igual que la notoria presencia de los vecinos en nuestros campos, pueblos, barrios, calles y ciudades, es algo que debemos regular y controlar.
El gobierno del presidente Luis Abinader ha dado señales claras de que se aplicará con rigurosidad la ley de migración que junto a la anunciada construcción de la urgente y necesaria verja perimetral fronteriza, contribuirán a revertir este cáncer en etapa avanzada.
Debemos todos los dominicanos que amamos nuestro país honrar la memoria de Juan Pablo Duarte, padre de la dominicanidad, que junto a Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, y un grupo de valientes jóvenes iniciaron la gesta libertadora de nuestro territorio tras 22 años de férrea ocupación haitiana.
La llama inspiradora de Duarte fue creciendo en los corazones de jóvenes patriotas a través la sociedad secreta La Trinitaria bajo el lema de Dios, Patria y libertad. Nuestro Padre fundador redactó un proyecto de Constitución donde expresaba que la bandera dominicana podía cobijar a todas las razas en igualdad de condiciones bajo una república, liberal, progresista y anticolonialista.
Una vez proclamada la independencia las luchas internas y mezquinas por el poder político culminaron con la funesta expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores.
Nuestro Patricio murió en la extrema pobreza el 14 de Julio de 1876 en Caracas, Venezuela a los 63 años de edad después de muchas privaciones, enfermedades y sacrificios. Es deber de todos los dominicanos exaltar y defender con nuestras acciones su legado, sacrificios, ideas y pensamientos.
Sus frases, como manchas de acero, profundas y vigentes, de sudor y lágrimas, nos recuerdan hoy; “Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla”. “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones”.
“El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”.
“Cuán triste, largo y cansado, cuán angustioso camino, señala el Ente divino al infeliz desterrado”. Que viva la República Dominicana y defendamos la memoria eterna de nuestro Padre fundador, Juan Pablo Duarte.