Para evitar que choferes de la Federación Nacional de Transporte La Nueva Opción (Fenatrano) reeditaran su proeza de ayer, de convertir a Santo Domingo en la capital del infierno, la Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet) y la Policía desplegaron a centenares de sus agentes para evitar que esa gente impida de nuevo el acceso de vehículos a túneles y elevados.
Miles de pasajeros y conductores quedaron varados en largas hileras de vehículos detenidos por individuos que con sus carros de concho impidieron el paso por la avenida 27 de Febrero, lo que provocó un caos en cadena que afectó a todos los corredores del Distrito Nacional, en una acción tipificada como de terror.
No conforme con perpetrar esa acción de naturaleza criminal que motivó que la gente llegara tarde a sus lugares de trabajo o estudio y que tantos niños se angustiaran atrapados junto a sus familiares en túneles y elevados, esos choferes que se creen dueños del país amenazaron con provocar hoy otro pandemónium.
Hace tiempo que la población es presa y esclava de esas mafias que operan sindicatos del transporte que al parecer tienen licencia para hacer lo que les venga en gana, incluido disponer de vida, bienes, tiempo y salud de los ciudadanos.
Duele decirlo, pero ninguna autoridad parece disponer de suficiente valor, entereza o responsabilidad para poner a esa gente en cintura con la ley, lo que ha motivado que los operadores de esas mafias se conviertan en amos y señores del sistema de transporte, de las avenidas, carreteras y de la vida misma de pasajeros, conductores y peatones.
Para esa gente no existe la Ley de Tránsito, ni las normativas del transporte, son dueños de todo y de todos e infunden tanto miedo y terror que el Gobierno no pudo poner en operación cien autobuses que servirían como líneas alimentadoras del Metro de Santo Domingo.
En cualquier metrópolis del mundo, las autoridades garantizan el libre tránsito a cualquier costo, pero ayer daba pena ver a agentes de Amet con rostro de terror ante los dueños del país que impidieron a miles de conductores el acceso a los túneles y elevados y causaron un mayúsculo tapón que se extendió hasta las autopistas de ingreso y salida de la ciudad.
La mayor demostración de miedo, terror o irresponsabilidad ante esas mafias organizadas, la reflejó el ministro de Interior y Policía, al minimizar una acción de naturaleza criminal que causó daño a miles de ciudadanos, como la de impedir por la fuerza el libre tránsito. Es un asunto de ley, valor y pantalones.

