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Parroquiano

Parroquiano

Eduardo Álvarez

La parroquia es vecindad. Su sentido de pertenencia linda con la casa. Más bien, la dulzura de ese hogar que tanto cuidamos.

Comunidad que se agrupan u ocupa un espacio físico limitado, en torno a propósitos particulares con un común denominador en la seguridad y la confianza como movilidad y congregación a la vez.

Porque para vivir en sociedad hemos sido creados. De ahí que la convivencia en pareja sea un experimento primario donde se une y toma cuerpo el más valioso núcleo social, para no decir empresarial.

Porque vivir en comunidad tiene algo de emprendimiento. En el sentido de pertenencia que proporciona la vida parroquial encuentras la fuerza que impulsa la unidad con propensión al trabajo conjunto y voluntades y comunión en favor del cooperativismo como una efectiva modalidad de negocio participativo.

Perteneces a un lugar o una misma ideología, actitud o conjunto de valores que forman parte de una comunidad, estrecha, restringida o limitada por factores endógenos, es decir, tradiciones locales o visiones típicas de grupos relativamente aislados por sus peculiaridades.

En lo parroquiano siempre hay algo de provinciano o pueblerino, en el mejor sentido de cada una de estas clasificaciones.

Esto explica la calidez y de la vida parroquial, acogedora y segura por demás. Por eso nos gusta vivir en calles y barrios donde, a nuestros pasos, recibimos y damos los buenos días al vecino que asoma su fresco rostro mañanero.

O al vendedor de frutas y café que responde a nuestra cordialidad con bromas y comentarios que nos hacen el día. Lo humano en todo su esplendor se nos ofrece en el abrazo en Gascue.

Su calle Caonabo repleta de frondosos árboles, se nos ofrece amigable y hospitalaria, con la agradable frescura de una brisa que sopla bajo la sombra que nos cobija a lo largo y ancho de sus aceras.

Pero la mayor riqueza de la vida parroquial la encuentras, primero, en ti mismo. En la capacidad de descubrir valores que apenas llega con el ejercicio espiritual.

El alma se engrandece en ello. La hallas en el estado más puro y armonioso de la buena vecindad. En comunidad, sacamos lo que hay de bondadoso y solidario en cada uno de nosotros.