Opinión

Pausa histórica

Pausa histórica

En el año de 1974 el entonces director ejecutivo del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), el economista Fernando Alvarez Bogaert, recibió la orden del presidente Joaquín Balaguer de trasladarse a Santiago a dirigir la campaña del Partido Reformista, ante el empuje del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y sus aliados en el Acuerdo de Santiago.

Para cumplir la orden del líder reformista, el economista maeño, egresado con altos honores de las universidades de Purdue (Indiana) y de Columbia (Nueva York), tomó una licencia por tiempo indefinido en el emporio, cumpliendo al pie de la letra las recomendaciones del primer ejecutivo de la nación.

Al reintegrarse al CEA, Alvarez Bogaert notó que los gastos por concepto de promoción social y propaganda, eran excesivos por lo que inició una investigación, comprobando que cerca de un millón de pesos habían sido distraídos por varios dirigentes de su partido que eran a la vez funcionarios del emporio azucarero.

El aventajado alumno de Milton Fridman, premio Nóbel de Economía, y de Arthur Freiss, sometió a la justicia a los responsables de la distracción de los fondos y logró recuperar cerca de 700 mil pesos, situación que elevó los bonos de quien era visto ya como el natural heredero del doctor Balaguer.

Las acciones del economista, entonces de 33 años, despertó celos en ciertas esferas de poder reformista que decidieron cortarle las alas, acusándolo de estar implicado en el desfalco por lo que fue acusado y llevado a juicio.

Ya en el proceso judicial, los abogados de Alvarez Bogaert solicitaron al juez un receso de diez minutos para aportar documentos probatorios de la inocencia del acusado, los cuales al ser entregados al tribunal, causaron que un cercano colaborador del doctor Balaguer, solicitara otro receso de diez minutos que todavía se mantiene.

Desde entonces el juicio quedó en limbo en ese receso que lleva ya 40 años, sin que nadie sepa qué obligó al presidente Joaquín Balaguer a dejar en el aire las acusaciones contra el que se perfilaba como su casi seguro sucesor.

El Nacional

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