Reportajes

Pedigüeños estafadores ponen el “corazón duro” a dominicanos solidarios

<P>Pedigüeños estafadores ponen el “corazón duro” a dominicanos solidarios </P>

SANTIAGO.  Pedir en las calles se ha convertido en un oficio al que más de un ciudadano común de distintas regiones de este país se dedica. Lo que unos años atrás era un trabajo exclusivo de los indigentes ahora es un negocio  del que algunos hasta sustentan sus vicios.

En esta ciudad, por ejemplo, no es extraño encontrarse a más de una persona, en especial en las esquinas de la Calle del Sol, rogándoles a los transeúntes “ayúdenme por favor”, una frase a la que algunos se hacen los sordos y es que les suena a postalita repetida.

Otros se “solidarizan” con la causa de estos “pobres hombres y mujeres que al parecer no tienen familia” como expresaron transeúntes consultados.

Sin embargo, también está el caso de ciudadanos como Carolina Alonzo que reside en la Villa Olímpica de esta ciudad que “ha perdido la confianza en toda la gente que pide en las calles! y  no le da dinero a ninguno.

Carolina contó que hace unos días tocó la puerta de su casa un hombre de unos 35 años aproximadamente, haciéndose pasar por un miembro de una iglesia cristiana solicitando ayuda económica para costear el supuesto tratamiento de un niño de esa congregación que requería de una operación urgente.

Hasta le mencionó el nombre del pastor de la Iglesia y aseguró que se congregaba en ese lugar, pero  Carolina tiene más de siete años asistiendo allí y nunca ha visto a ese hombre.

Cuando lo confrontó desmintiéndolo, el individuo salió rápidamente del lugar y “en menos de cinco minutos no se le veía ni la sombra”.

Mientras que Enrique Morrobel vecino de Carolina dijo que ha visto a esa misma persona en varias ocasiones  y en distintas casas, pidiendo a nombre de pastores de  congregaciones cristianas de esta ciudad.

“Ya no sólo piden en las calles, sino que lo hacen a nombre de personas que ni se imaginan que sus nombres son utilizados para beneficiar a otros y con pleno desconocimiento de la verdadera razón por la que pide esta gente”.

Un hecho que especialistas en materia penal  calificaron como una estafa validándose en lo que establece el Código Penal en su artículo 405 de que “toda persona que usando  nombres  y calidades supuestas  den por cierta la existencia  de empresas imaginarias o de créditos imaginarios o de poderes que no tienen, con el fin de estafar el todo o parte de capitales ajenos  haciendo o intentando hacer que se les remitan fondos, incurre en una estafa”.

Un hecho que como lo establece el Código Penal es considerado un delito para el que se aplica una pena correccional de seis meses a dos años siempre que la persona afectada se constituya en querellante.

El jurista Ramón Sánchez, abogado especialista en materia penal, calificó el hecho como  un acto de abuso de confianza validándose en los artículos 406 y 408 del Código Penal.  “Estas personas que piden a nombre de otros están abusando de una confianza que ellos no les han dado… la persona en nombre de quien piden puede que ni los conozca, o sea, que no les haya dado la libertad para realizar ese acto” dijo.

Según el Código Penal la pena para este delito será de tres a cinco años si la cantidad excede los mil pesos y el máximo de la reclusión si el perjuicio  excediere de cinco mil pesos.

Lo cierto es que el pedir en las calles se ha convertido en una opción para  conseguir dinero fácil.

Testimonios

Una práctica vieja, usada como modalidad en Santiago, es pedir en nombre de iglesias para supuestos feligreses enfermos. Muchos lo hacen en grupo  de  cuatro  personas y hasta se identifican con carnés como miembros de esas congregaciones.

El Nacional

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