Articulistas Opinión

Periodismo verdadero

Periodismo verdadero

José Antonio Torres

El verdadero periodismo es intencional. Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar; informar de manera que ayude a la sociedad».

La frase, resumen de lo que aspira a ser esta profesión, no es propia. Fue una de esas pequeñas joyas que con tanta naturalidad nos legó el maestro Ryszard Kapuscinski.

Esta expresión fue reforzada por el Gabo, quien para mí ha sido uno de los mejores maestros de este oficio, cuando sentenció: «Ser periodista es tener el privilegio de cambiar algo cada día».

Porque efectivamente así es. Nuestro deber es informar, pero no de cualquier manera, sino de la mejor manera posible, tratando de descifrar el mundo que nos rodea para acercárselo a los lectores con meridiana claridad.
Ese es nuestro compromiso y esa es nuestra certeza. Trabajar para hacer un mundo mejor, porque para cambiar la sociedad, debemos comenzar por cambiarnos a nosotros mismos.

Sin ánimo pretencioso, los periodistas verdaderos son el antídoto de las redes sociales. Frente a la inmediatez, la pausa. Frente a la discusión, el diálogo. Frente a lo fugaz y vanal.

Hace sólo un par de décadas en República Dominicana los periodistas eran un grupo muy reducido, a quienes la sociedad valoraba por sus esfuerzos, ética y compromisos.

Ahora el mundo de los medios de comunicación ha cambiado radicalmente. La revolución tecnológica ha creado una nueva clase de periodista en todo el mundo.

En Estados Unidos los llaman trabajadores de medios (media workers); en República Dominicana, comunicadores, mientras los periodistas al estilo clásico van quedando en minoría. La mayoría no sabe ni escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene problemas éticos ni profesionales, más ahora cuando ya no se hace preguntas ni se cuestionan acciones. Sólo se justifican.

Antes, ser periodista era una manera de vivir modestamente, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad, un sacerdocio.

Pero toda esas palabrerías teóricas se las llevó la tecnología, la ambición desmedida de unos que salpican a casi todos, los compromisos políticos que asesinan la ética.

Pero, a pesar de todo, como dijo el Gabo: «El periodismo sigue siendo el mejor oficio del mundo”.