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Periodistas y funcionarios

Periodistas y funcionarios

Fernando De León

El periodista debe ser un adversario virtual del funcionariado.  Cuando el periodista sobrepasa la que debe ser una relación profesional, sobre todo si pretende ser contestatario, su credibilidad se difumina; su fuste se contamina y pierde vigor.

 Resulta hasta grotesco y llama a suspicacias que un periodista que pretenda discernir sobre los desaciertos de un funcionario cual que sea éste, y el gobierno de turno, se manifieste airoso y aparentemente complacido de que tal o cual encargado de un ministerio es “su amigo”; cuando no, “mi hermano”.  Cualquier persona ajena a nuestros afanes políticos que oiga ese comentario cree que está comentando una persona que activa en una parcela político partidaria, no un periodista. Es decir, pertenece al aquelarre del sector que siempre nos ha desgobernado. 

 Cualquier persona sensata y un tanto aguda sobre nuestro acontecer político, pensaría que se desnaturaliza nuestro rol. O pretendemos orientar y agenciar soluciones a los problemas, o somos parte  consustanciales de nuestros inconvenientes políticos.

 Podríamos aceptar que un periodista tenga lazos afectivos con cualquier funcionario; pero debe entender que no hay necesidad de remarcarlo como queriendo importantizarse y, de algún modo, buscar notoriedad. No para subrayar lo que quiere exponer, sino para destacarse.

Lo importante en cualquier comentario en que se discuta sobre erradas iniciativas políticas, no es que la gente entienda o se entere de que se es amigo de tal o cual funcionario o exfuncionario; lo capital es que se exponga nuestro claro criterio sobre lo que debe redundar en mejorar nuestras políticas públicas.