En este próximo proceso electoral, de acuerdo con la JCE, el padrón corresponde a 8,105,151 de personas, en un rango de edad entre los 18 y los 40 años, de las cuales el 51.28%, somos mujeres, indicando que el voto decisorio sigue siendo femenino y joven.
Empezamos el próximo domingo 18 las elecciones municipales con 16,851 Colegios Electorales en 4,295 recintos para votar, en 158 municipios y 235 distritos municipales, siendo el Municipio de Santiago de los Caballeros uno de los que tiene más del 2% del electorado.
Y en Santiago, al igual que en la mayoría del país, desde 1960 hasta la fecha, habiendo pasado 83 alcaldías, ninguna ha sido femenina y ahora tenemos en esta ciudad, 5 hombres compitiendo por el puesto, y participación de mujeres interesantes en otros puestos.
Prevalece la cultura androcéntrica -machista- estructurada en los valores tradicionales masculinos impidiendo que, en los partidos políticos, se visibilice y reconozcan las capacidades de las mujeres por encima de los estereotipos y las prácticas resistentes. La manera de posicionar candidaturas en estas organizaciones “democráticas”, es a partir de actividades que benefician a los hombres: más recursos en todo sentido.
Sin embargo, la ciudadanía de las mujeres es la generadora de acciones para la comunidad, por ser las gestoras de servicios y trabajar con la cotidianidad de la resignificación de la vida, sobresaliendo en el propio entorno social inmediato y en la localidad. No tenerlo en cuenta muestra la debilidad de las prácticas democráticas que predominan en la canalización de los intereses del pueblo en su conjunto.
Seamos conscientes de que los cambios necesarios para una mejor sociedad debemos producirlos con nuestro voto, y las elecciones municipales son la mayor oportunidad para empujarlo, porque conocemos de cerca a quienes se postulan.
Por eso, este domingo preferir a las mujeres candidatas que, en su mayoría, llegaron hasta ahí con el deseo de producir esos cambios y enfocarse en candidaturas -mujeres y hombres- de nuevas organizaciones políticas, con visiones que rompan la mala política tradicional y exclusiva que mantiene en atraso al pueblo en general, es razón justa. Gente nueva que realmente represente la complejidad social.
Demostrado está que, tener leyes que impulsen mecanismos participativos, usar discursos prometedores, así como firmar acuerdos públicos, entre muchas más cosas espectaculares, no aseguran compromisos del cambio posible y necesario.
Y el resultado es de mujeres jóvenes -productoras y reproductoras- en un tiempo de lenta transición socio cultural a su propio reconocimiento ciudadano.
Responsabilidad pura del pueblo.