Quizá la última encuesta MP Mark Penn y el grupo Noticias SIM contenga el dato que mejor explique la ratificación de Margarita Cedeño de Fernández como candidata vicepresidencial de Danilo Medina por segunda vez. La encuesta dirigida por el historiador Bernardo Vega y publicada en la tercera semana de enero, trajo el dato revelador de que 44.8 por ciento de la población dominicana ve en Leonel Fernández al líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), solamente superado por el presidente Danilo Medina, con un 46,7 por ciento, para un estrecho margen de 2 puntos porcentuales.
En los corrillos políticos, la revelación no pasó inadvertida y por lo bajos provocó todo tipo de conjeturas, puesto que desde que Medina anunció su decisión de buscar la reelección presidencial a mediados del año pasado, el ex mandatario ha brillado por su ausencia en el escenario político y se ha dedicado a agotar una intensa agenda de compromisos internacionales.
Si a esto se le agrega que en estos tres años Leonel Fernández ha sido objeto de toda clase de diatribas orquestadas desde distintos sectores, incluyendo círculos del danilismo, hay que concluir que por los poros del ex gobernante transpira la sustancia arcana del liderazgo político.
Y surge aquí la interrogante de, qué fuerza intangible ha determinado que Fernández preserve un peso político tan decisivo en el PLD a pesar de que los vientos no soplan a su favor. Sin duda que la firmeza y la serenidad de juicio con que el ex gobernante ha sabido soportar las “heridas de las flechas y las picaduras de los alfileres” de la reelección le han ganado gran credibilidad y confianza en la sociedad.
Leonel pudo hacer como Danilo Medina en el 2008 o como Miguel Vargas en el 2012: no sumarse a la campaña del candidato y preservarse como un líder remiso cómodamente agazapado tras el umbral de la institucionalidad del partido.
Empero, su decisión fue distinta, él se ha asumido como garantía de la unidad y de la victoria del PLD, muy a pesar de que Danilo no ha dado muestras de auspiciar una recomposición del poder en el partido y en el gobierno.
Por esa razón, casi la mitad de los dominicanos (según esta encuesta del grupo SIN y de Mark Penn) le acreditan su solidaridad y prestan oídos sordos a los ataques de sus adversarios.
De manera que si nos atenemos a los resultados de esta encuesta y a pesar de que el liderazgo no se hereda, para Danilo era políticamente imperiosa la presencia de Margarita en la campaña reeleccionista como simbología de unidad partidaria y de absorber ese liderazgo de Leonel.
Además, Margarita es una mujer que, pese al poco tiempo de su carrera política, como Primera Dama y como Vicepresidente, ha sabido manejar con prudencia e inteligencia los intrincados hilos palaciegos.
Ahora lo deseable es que la confirmación de Margarita sea el primer paso para que el presidente Medina comience a curar las heridas dejadas por su traumática reelección y propicie un equitativo reparto del poder, puesto que Leonel encarna un liderazgo emocional no sólo para los peledeístas, sino para una parte de la sociedad que se identifica con su estilo de hacer política.