POR: César Pichardo
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Política y ecuanimidad

En las circunstancias actuales, los partidos políticos , saturados de conflictos, precisan de ecuanimidad, entre unos y otros.
En política ocurren cosas muy diversas y, aveces, imprevisibles, que van aconteciendo, el político debe comprender y reaccionar de acuerdo a la urgencia del momento, no todo se puede proveer de antemano ni controlar, pero siempre se puede estar en la disponibilidad de saber manejarse con la situación que se produce, entenderla desde la lucidez y el sosiego para abordarla con receptividad y apertura; consciente de que en todos los ámbitos de la vida es importante la ecuanimidad, esta palabra por si misma es muy significativa, es mantenerse imperturbable con visión clara.
La mente firme no se doblega antes la certidumbre ni la incertidumbre.

Ser ecuánime permite entendimiento correcto; implica, sabiduría especial que en todo momento es esencial, y, así, aplicable en la diversidad de confrontaciones, cargadas de implicaciones complejisimas. Sobre todo, dentro de un panorama, que parece una guerra de egos, no solo el de un partido contra otro, ni el de un político contra el otro, sin importar en que parcela se encuentre, la mediocridad de este comportamiento hace estragos en nuestro diario vivir.

El ego desmesurado, que crea tensiones, presiones, descalificaciones, resentimientos, y otras; es un fuego cruzado de la arrogancia, de la prepotencia, la vanidad y el orgullo desmedido, que generan infortunio y estrés. Puedo afirmar, el estrés se crea cuando no hay auto control para neutralizar las situaciones que provocan ansiedad Es necesario fluir.
La flexibilidad es vida, la rigidez es muerte.

Ecuanimidad, es un factor que evita hundirse en la desesperación…
Es cuestión de educación.
Quien cultiva la ecuanimidad, tiene auto-dominio y se hace dueño de una inteligencia, que lo acredita como persona respetable y distinguida.