Así están las cosas
Un mundo sin sorpresa, parece exagerado pero, si lo vemos con cuidado, vamos a vivir con una era de errores y dificultades, siempre en un ambiente abrupto, no sera el apocalipsis, aunque los sucesos se irán encadenando día a día, paso a paso, como hiedra enredada, que afecta cada vez.
Este fenómeno se ve claramente, se puede mostrar en un cuadro patético, donde un embajador dice lo que cree y lo sustituyen, otro interfiere y se mete en lo que no le importa, mientras el gobierno de ese país se contradice, y el de aquí luce normal, como si entendiera la realidad, con una sumisa tolerancia, que parece infeliz, sin sobresaltos, sin sorpresas, esperando que otros tracen las reglas de juego. La ciudadanía exclama con vehemencia respeto a la soberanía. Así están las cosas.
Se sabe que para alcanzar resultados en la trama de esta película, por sobre el estándar, es necesario comprender que la ruptura lógica e inevitable, juega el rol clave de una historia que esta para quedarse, casi sin fin.
¿Es que es imprescindible que Haití y Rep. Dom. tienen que interactuar como sinergia irrompible?
¿Será que se atraen como imán asumiendo confrontaciones destructivas?
La transformación de la seguridad va mas allá del cambio tecnológico actual; implica un proceso de entendimiento en las relaciones entre las comunidades y el carácter de las amenazas a las que nos enfrentamos. La incapacidad para comprender esa transformación se ha visto inmersa en una combinación de conflicto y combate como imán del desacuerdo.
Un desafió a la inteligencia humana. Lo que implica, un complejo sistema social que atrofia la supervivencia sana que vivimos.
Parece que la gente no puede manejar la situación, los que hacen bien las cosas, se sienten tensionados al máximo, desde el punto de vista individual o colectivo. La presión no es hasta el limite, sino mas allá. El ritmo de las cosas es, cada vez, mas rápido.
Se requiere un alto nivel de inteligencia y habilidad para manejar las disimiles complejidades de la vida actual, la salud, los alimentos, la educación y otros recursos limitados. Sobre todo, tomemos en cuenta la jerarquía de dominio en amplios ámbitos de la cotidianidad, donde emerge una atmósfera impredecible que crispa los nervios por la perspectiva que pudiera tener un desenlace violento.