Año de intensidad
2016 trae certidumbre e incertidumbre, a través de la intensidad que genera una campaña electoral, con resultados de unas complejas elecciones marcada por negociaciones que han disminuido el sentido moral de las cosas, se sabe que este es un entendimiento inaplazable, por lo previsible de los conflictos entre los que no desean abandonar el poder y los que aspiran a el.
Corre el tiempo del 2016.
Es tiempo de impulso, nunca retroceso, construirlo con acciones concretas, seria lo mas inteligente.
Vivimos una sociedad vulnerable.
Hoy, la política ha centrado sus objetivos en un sistema de globalización que no tiene en cuenta al individuo y cuya dinámica amenaza crear un caos global que hace estallar las culturas tradicionales e intenta instaurar una subcultura de idiotización y manipulación, en medio de esta crisis brutal.
2016, trae consigo, la tendencia a una resistencia que podría originar un colapso de ciudades, por el desencanto de la pasiva e incompetente actitud de gobiernos y organismos internacionales.
Por ejemplo, crece: la violencia, la concentración de poder y la marginalidad en todas sus formas. Todo esto, impide la conciencia de convivir en la diversidad.
El mundo de hoy es muy demandante.
Es necesario saber de economía, mundialización, sustentabilidad, medio ambiente, energía, agua, alimentos, tecnología de punta, y muchas otras cosas, que pudiéramos imaginar de esta retahíla de conceptos encadenados al protocolo del Internet, que permite camuflajear las urgencias, que precisa la democracia en creciente degradación, la cual supone recuperar la moral.
No obstante, hay esperanza…
Ante esa esperanza, sin geografía limitada, sólo la fe, con virtud trascendente de un esfuerzo histórico encuentra en la fortaleza de una conciencia colectiva, el acceso de la luz en la sombra, el orden en el caos porque en el centro de la oscuridad siempre sobrevive un rayo de luz, para generar el orden, certidumbre y el bienestar común.
2016, está en tus manos Señor.