POR: Daniel Guerrero
guerrerodanielus@yahoo.com
Lazos comerciales
Las economías de la región Asia-Pacífico avanzan en la gestación de vasos comunicantes para consolidar su comercio intrarregional, hecho que debe motivar a la región latinoamericana y caribeña para ganar terreno en las exportaciones e importaciones internas y avanzar en la creación de una moneda. En efecto, entre 1991 y 2001, el comercio intrarregional en Asia -Pacífico pasó de 333 mil millones a unos 707 mil millones de dólares, suma que se disparó a partir del ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en los inicios del siglo 21 para situarse por encima de los 3 billones de dólares.
Lo cierto es que la proporción del comercio intrarregional de la región Asia-Pacífico pasó de un 20 por ciento en 1960 a más de un 53% en 2013, en tanto que el comercio entre las economías latinoamericanas y caribeñas no supera el 17 por ciento. China es la locomotora del comercio intrarregional de la región Asia-Pacífico debido a sus altos niveles de inversiones y de demanda interna, lo que se refleja también en la incidencia del yuan (moneda china) dentro de las transacciones comerciales y financieras de la región, así como en los esfuerzos por formar una arquitectura monetario-financiera regional.
Téngase en cuenta que la crisis económica que estremeció los cimientos de la economía mundial durante el lapso 2008-2009 y que todavía no ha sido superada en sus efectos financieros y laborales puso al descubierto las fisuras del añejo andamiaje monetario-financiero internacional.
Las periódicas crisis financieras y bancarias han venido asomando paulatinamente a la palestra mundial. En los años ochenta Latinoamérica y el Caribe dio la nota con la crisis de la deuda externa. Fue el tiempo de la llamada década perdida. Téngase presente que hace dieciocho años el sistema monetario europeo entró en crisis, lo que aceleró la creación del euro (moneda única europea) y su puesta en circulación bajo la forma de billetes y monedas de banco desde el 1 de enero de 2002, evitándose así las sucesivas devaluaciones de las respectivas monedas de cada país miembro de la Unión.
Se recordará que durante la última década del pasado siglo diferentes puntos de la economía mundial registraron sacudidas en sus bases monetario-financieras, entre los cuales destacaron las crisis de México (1994-1995); Asia (1997-1998); Rusia (1998); Brasil (1999) y Turquía (2000).
En los foros internacionales se ha debatido acerca de la creación de nuevos organismos financieros internacionales que regulen la salida de capitales, inversores y ahorradores, con el propósito de evitar que las crisis se propaguen por todo el mundo. Eso luce tan interesante como oportuno.
Así las cosas la región latinoamericana y caribeña debe fortalecer sus esquemas de integración y crear mecanismos acompañados de prácticas o sistemas de pagos ya con una nueva moneda regional o con monedas nacionales como una vía para fortalecer el comercio intrarregional.

