POR: Daniel Guerrero
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¿Redes que atan?
¿Se deberían reforzar los proyectos regionales de acuerdos comerciales en lugar de privilegiar las negociaciones bilaterales bajo la forma de un tratado de libre comercio (TLC) entre economías asimétricas o desiguales?
Un TLC es un acuerdo comercial vinculante que suscribe dos o más países para acordar la concesión de preferencias arancelarias mutuas y la reducción de barreras no arancelarias al comercio de bienes y servicios.
Un TLC entre economías asimétricas, es decir, desiguales, podría alimentar un comercio injusto donde predomine la ley del más fuerte en función de las capacidades tecnológicas, productivas y financieras, pasando por las exclusiones en los canales internacionales de comercialización, perpetuando los desequilibrios entre las economías participantes.
Los países con mayor desarrollo tecnológico y productivo han sido los abanderados del libre comercio y, en función de sus intereses económicos, han auspiciado su propagación y adopción indiscriminada por parte de los demás estados; pero, paradójicamente, sin renunciar a la implementación de prácticas proteccionistas.
El libre comercio expone una ideología sobre la forma de interpretar y regular las relaciones económicas, tanto en el plano nacional como en la esfera internacional. Se habla de un comercio internacional donde todos los países participen como iguales. Las diferencias demográficas, geográficas, culturales y de desarrollo entre naciones han incidido en las relaciones internacionales, destacándose también las asimetrías económicas que definen distorsiones, contrastes o desigualdades en las actividades productivas, comerciales y financieras.
En las relaciones económicas internacionales contemporáneas las citadas diferencias suelen ser reconocidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a pesar de que supuesta en práctica no ha sido posible.
En los centros mundiales de poder económico se levanta mucho la bandera del libre comercio, asociándola a la obtención del crecimiento económico como si esto se plasmara en una relación directa.
Vienen bien las palabras pronunciadas por el presidente uruguayo José Mujica durante su visita a Estados Unidos cuando se refería a la dinámica de los tratados de libre comercio que merece ser tomada en cuenta por los hacedores de política comercial en los países latinoamericanos y caribeños.
Para el mandatario las cuestiones de comercio no son sencillas y destacó que en la actualidad hay un rotundo fracaso del libre comercio, enfatizando que hay más de 350 tratados de libre comercio firmados y más de 200 que están en proceso de negociación, lo que evidencia que “las relaciones comerciales son un verdadero acertijo y nunca hay ninguna conquista eterna ni definitiva”.
En los centros mundiales de poder económico se levanta mucho la bandera del libre comercio, asociándola a la obtención del crecimiento económico como si esto se plasmara en una relación directa. Y aunque sin crecimiento económico no podrían crearse las condiciones necesarias para impulsar el desarrollo social es lógico que pensar que se debe tener como base un comercio internacional justo, no excluyente.
La apertura comercial unilateral no basta para impulsar el crecimiento y desarrollo económicos, pues ésta también podría profundizar los niveles de desigualdades que se registran entre las economías que interactúan dentro del comercio internacional.

