Opinión

PRM y diálogo

PRM y diálogo

Ningún sector de la vida nacional pone en duda hoy que lo primero que tiene que hacer el gobierno, la oposición y la sociedad civil es pactar y acordar las reformas políticas que permitan recuperar y regenerar el sistema político electoral, profundamente herido por las evidentes irregularidades que caracterizaron las pasadas elecciones.

Desde las iglesias hasta los empresarios, incluyendo los centros de pensamiento, plantean que lo prioritario es la reforma política, y recuperar el equilibrio en los poderes del Estado, de manera especial, en la JCE, TSE y Cámara de Cuentas, cuyos mandatos vencen el 16 de agosto.

El diálogo convocado por Monseñor Agripino Núñez es asumido por el PRM como una oportunidad para recuperar la confianza en la institucionalidad, hoy día debilitada por ser controlada totalmente por el PLD. Esta concentración del poder en las manos de un solo partido ha sido dañino para la democracia, que ha retrocedido como nunca antes en la historia reciente.

Por ello, la Dirección Ejecutiva del PRM aprobó asistir al diálogo, pero sobre la base de dos aspectos cruciales y esenciales: El primero de ellos, ¿quiénes van a dialogar? Ninguno de los cuatro partidos convocados, incluyendo el PRM, puede arrogarse la representación de todo el electorado nacional, por lo que se hace necesario que se incluyan a los partidos que presentaron candidaturas presidenciales, y que además, se integren a entidades representativas de la sociedad civil.

De igual manera, hay que acordar la agenda del diálogo. Es decir, ¿qué se va a dialogar? En esto, es importante estar consciente de que no solo necesitamos leyes de partido y electoral, y de responsabilidad fiscal, sino que es necesario acordar el perfil de quiénes serán los próximos integrantes de la JCE, TSE y la Cámara de Cuentas. Para el PRM, esto es esencial, e incluso prioritario en el orden. Primero, definamos el perfil; y luego, veamos las leyes.

El pasado proceso electoral dejó múltiples lecciones. Es cierto que necesitamos un nuevo ordenamiento legal, pero también hay que regenerar la política y las instituciones.

Esto se logra con desterrar las viejas prácticas de repartición de cargos en función de intereses políticos, y sustituirlas por respetar la independencia de las instituciones democráticas con integrantes que sean apartidistas y que gocen de reputación incuestionable.

Dialogar es importante. Nunca deben cerrarse las puertas, pero sin poses ni con maquillaje.Definir quiénes dialogan y qué se va a dialogar es crucial.

El Nacional

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