A pesar de las provocaciones y los incidentes protagonizados por Haití es menester, como dice el embajador Juan Bolívar Díaz, que se evite “el discurso y las políticas de odio” contra la vecina nación, pero que desde allá se respete a este país.
Esa postura debería observarse en todas las circunstancias, aunque ahora puede que tenga más vigencia por las confrontaciones entre los dos países.
Como diplomático y periodista, el embajador en España conoce el efecto negativo de la narrativa de odio en las relaciones internacionales.
Por los conflictos que han tensado las relaciones a lo largo de su historia, resultaría provechoso que los dominicanos sepan que tal vez nunca prescindirán de Haití, y los vecinos tampoco de este país.
Es verdad que los dos países están obligados a entenderse, por lo que lo más saludable en ese proceso es utilizar un lenguaje más constructivo.