Hoy escribo en primera persona para relatar la experiencia vivida con los empadronadores del censo de población y vivienda que desarrolla la Oficina Nacional de Estadísticas con el propósito de obtener datos valiosos para la planificación estratégica de las políticas públicas del futuro cercano.

La visita del personal al servicio de la ONE fue satisfactoria y cumplió con las expectativas individuales en cuanto a tiempo de la entrevista, manejo de los empadronadores, honestidad del diálogo y facilidad para completar la boleta censal que ya conocía con anticipación, como debe ocurrirle a otros.

El encuentro no fue programado, siguió el protocolo establecido y fui parte de los vecinos de un edificio de apartamentos que también fueron censados y que, a decir de mi indagatoria, no tuvieron inconvenientes y todo transcurrió con similar fluidez y como fue proyectado por las autoridades.

Con el cronómetro del reloj inteligente activado y en otra pantalla con el modelo de boleta censal a la vista transcurrió el diálogo y llenado del cuestionario que se tomó menos de 30 minutos en que no hubo desperdicio y se completaron todos los puntos, sin sobresaltos, en ambiente franco y preciso.

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La curiosidad del reportero estuvo presente para aprovechar al empadronador y acompañante (era un equipo de dos) para “tomarle el pulso”, de viva voz de un actor esencial, al estatus del censo que de acuerdo a las proyecciones de la ONE sobre lo cubierto hasta ahora, habrá que extenderlo.

Una dificultad que afecta al proceso y debe enfocarse como oportunidad de mejora es la conectividad, que retrasa la agilización de los trabajos y el uso más eficiente del tiempo, porque en líneas generales y resumiendo, mi experiencia con el censo fue positiva, memorable y para darle un espaldarazo.